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Archive for octubre 2022

Discurso del Papa a los jóvenes de la Acción Católica Italiana en el Aula Pablo VI del Vaticano.

El Papa recibió en audiencia a la Acción Católica Italiana. Foto: Vatican Media

Papa encuentra a jóvenes en Vaticano y les deja estos tres retos en torno a la vida de parroquia

Discurso del Papa a los jóvenes de la Acción Católica Italiana en el Aula Pablo VI del Vaticano.

octubre 30, 2022 14:01Redacción ZenitIglesia Local, Jóvenes

(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 29.10.2022).- En el Aula Pablo VI del Vaticano, el Papa recibió en audiencia a jóvenes de la Acción Católica Italiana, en el contexto de su encuentro anual. La audiencia se tuvo la mañana del sábado 29 de octubre. La Acción Católica Italiana es una asociación de laicos católicos cuya finalidad es la actuación conjunta con el episcopado del país. Ofrecemos a continuación la traducción al castellano del mensaje del Papa. Las negritas y encabezados son de ZENIT.

***

Queridos jóvenes de la Acción Católica, buenos días y bienvenidos… Al menos saben hacer ruido, eso es algo, ¡vamos!

Agradezco al Presidente Nacional sus palabras.

[1º Jóvenes preocupados por las parroquias]

Puedo decirles de inmediato que aprecio mucho el hecho de que se preocupen por la parroquia. A mí también me importa. La parroquia. Hay movimientos, hay cosas que giran… La parroquia: la raíz está en la parroquia. Pero yo soy de otra generación. Nací y crecí en un contexto social y eclesial diferente, cuando la parroquia -con su párroco- era un punto de referencia central para la vida de las personas: la misa dominical, la catequesis, los sacramentos…

La realidad sociocultural en la que se vive ha cambiado mucho, lo sabemos; y desde hace algún tiempo -primero en otros países, luego también en Italia- se ha replanteado la misión de la Iglesia, especialmente la parroquia. Pero, en todo esto, queda una cosa esencial: para nosotros, para ti y para mí, para nuestro camino de fe y crecimiento, la experiencia parroquial ha sido y es importante, insustituible. Es el ambiente «normal» donde aprendimos a escuchar el Evangelio, a conocer al Señor Jesús, a ofrecer un servicio con gratuidad, a rezar en comunidad, a compartir proyectos e iniciativas, a sentirnos parte del pueblo santo de Dios…

Todo esto lo has vivido también a través de la Acción Católica, es decir, una experiencia asociativa que está, por así decirlo, «entrelazada» con la de la comunidad parroquial. Algunos de vosotros imagino que habréis formado parte de un grupo de ACR, Acción Católica por la Infancia; y ahí ya se aprende mucho de lo que significa formar parte de una comunidad cristiana: participar, compartir, colaborar y rezar juntos…

[2º Aprender una experiencia de Iglesia]

Esto es muy importante: aprender a través de la experiencia que en la Iglesia todos somos hermanos por el Bautismo; que todos somos protagonistas y responsables; que tenemos diferentes dones y todos para el bien de la comunidad; que la vida es una vocación, el seguimiento de Jesús; que la fe es un don que se da, un don que se testimonia. Y además: que los cristianos se interesen por la realidad social y hagan su propia contribución; que nuestro lema no sea «no me importa», sino «¡me importa! Cuidado, cuidado tú, que es más peligrosa que el cáncer la enfermedad de la indiferencia en los jóvenes. Por favor, tenga cuidado. Hemos aprendido que la miseria humana no es un destino que recae sobre unos pocos desgraciados, sino que casi siempre es el resultado de injusticias que deben ser erradicadas. Y así, hemos aprendido todas estas cosas. Estas realidades de la vida se aprenden a menudo en la parroquia y en la Acción Católica. ¡Cuántos jóvenes se han formado en esta escuela! Cuántos han dado testimonio tanto en la Iglesia como en la sociedad, en las diversas vocaciones y, sobre todo, como fieles laicos, que han continuado como adultos y ancianos el modo de vida madurado como jóvenes, en la parroquia.

[3º Diferentes generaciones que tienen en común el amor a la Iglesia y la pasión por la parroquia]

Así que, queridos jóvenes, somos de generaciones diferentes, pero tenemos en común el amor a la Iglesia y la pasión por la parroquia, que es la Iglesia en medio de los hogares, en medio de la gente. Y sobre la base de esta pasión me gustaría compartir con ustedes algunos énfasis, tratando de sintonizar con su viaje y su compromiso.

Primer reto: Contribuir al crecimiento de la Iglesia en fraternidad

En primer lugar, quieres contribuir al crecimiento de la Iglesia en fraternidad. Se lo agradezco. Estamos en perfecta sintonía con esto. Sí, pero ¿cómo hacerlo? En primer lugar, no te asustes si -como has notado- en las comunidades ves que la dimensión comunitaria es un poco débil. Esto es algo muy importante, pero no te asustes, porque es un hecho social, que se ha agravado con la pandemia. Hoy en día, sobre todo los jóvenes, son muy diferentes a los de hace 50 años: ya no hay ganas de hacer reuniones, debates, asambleas… Por un lado, esto es algo bueno, incluso para ti: la Acción Católica no tiene que ser una «Sesión» católica, ¡y la Iglesia no sigue con reuniones! Pero, por otra parte, el individualismo, la cerrazón en el ámbito privado o en pequeños grupos, la tendencia a relacionarse «a distancia» también infecta a las comunidades cristianas. Si nos revisamos, todos estamos un poco influenciados por esta cultura egoísta. Así que debemos reaccionar, y vosotros también podéis hacerlo empezando por trabajar sobre vosotros mismos.

Y digo un «trabajo» porque es un camino exigente y requiere constancia. La fraternidad no se improvisa y no se construye sólo con emociones, eslóganes, eventos… No, la fraternidad es una obra que cada uno hace sobre sí mismo junto con el Señor, con el Espíritu Santo, que crea armonía entre las diversidades. Le aconsejo que relea la parte de la Exhortación Christus vivit titulada «Caminos de fraternidad». Son unos pocos números: del 163 al 167. Christus vivit, Caminos de Fraternidad. No deje de leerlo. El punto de partida es salir de uno mismo para abrirse a los demás y salir a su encuentro (cf. nº 163). El Espíritu de Jesús resucitado hace esto: nos hace salir de nosotros mismos, nos abre al encuentro. ¡Cuidado! No es alienación, no, es relación, en la que nos reconocemos y crecemos juntos. La realidad fundamental para nosotros es que en la Iglesia experimentamos este movimiento en Cristo, a través de la Eucaristía: Él sale de sí mismo y entra en nosotros para que nosotros salgamos de nosotros mismos y nos unamos a Él, y en Él nos encontremos en una comunión nueva, libre y oblativa. La fraternidad en la Iglesia se funda en Cristo, en su presencia en nosotros y entre nosotros. Gracias a Él nos acogemos, nos soportamos -el amor cristiano se construye soportándose- y nos perdonamos. Me detendré aquí. Me entiendes bien, son realidades que vives, son tu alegría, nuestra alegría.

Segundo reto: la crítica y el chisme

Y aquí me detengo en un punto que para mí es como la enfermedad más grave de una comunidad parroquial: la crítica. El chisme que siempre se hace como medio de escalada, de promoción, de autopromoción: ensuciar al otro para que yo pueda llegar más lejos. Por favor, el chisme no es cristiano, es diabólico porque divide. Atención, jóvenes, por favor. Dejemos eso para las solteronas… Nunca cotillees sobre otro. Y si tienes algo contra otro, ve y dilo a la cara; seas hombre, seas mujer: a la cara, siempre. A veces recibirás un puñetazo, pero has dicho la verdad, lo has dicho a la cara con caridad fraternal. Por favor, la crítica oculta es cosa del diablo. Si queréis criticar, todos juntos, criticaros entre vosotros, pero no fuera, contra los demás.

Tercer reto: ser levadura

Y con estas cosas que he dicho podéis comprender en qué sentido los cristianos se convierten en «levadura» en la sociedad: si un cristiano está en Cristo, si es un hermano en el Señor, si está animado por el Espíritu, no puede dejar de ser levadura allí donde vive: levadura de humanidad, porque Jesucristo es el Hombre perfecto y su Evangelio es una fuerza humanizadora. Me gusta mucho una expresión que utilizan: «estar amasado en este mundo».

Es el principio de la encarnación, el camino de Jesús: traer la vida nueva desde dentro, no desde fuera, no, desde dentro. Pero con una condición, que parece obvia pero no lo es: que la levadura sea levadura, que la sal sea sal, que la luz sea luz. Pero si la levadura es otra cosa, no va; si la sal es otra cosa, no va; si la luz es oscuridad, no va. De lo contrario, si al estar en el mundo nos volvemos mundanos, perdemos la novedad de Cristo y no tenemos nada más que decir o dar. Y aquí viene la otra expresión suya que me ha llamado la atención: «ser creíbles los jóvenes creyentes a cargo». Esto es lo que dice Jesús cuando, por un lado, afirma: «Sois la sal de la tierra», para inmediatamente después advertir: ¡cuidado con perder el sabor! (cf. Mt 5,13). «Este, cuando era un chico, cuando era una chica, era un bueno, un bueno, de Acción Católica, iba adelante, a todas partes… Ahora es un tibio, un tibio, es uno que no se hace oír, una persona espiritualmente aburrida y aburrida, que no tiene fuerza para llevar el Evangelio». Cuidado: que la sal siga siendo sal, que la levadura siga siendo levadura, que la luz siga siendo luz.

Traducción del original en lengua italiana realizado por el director editorial de ZENIT.

Fuente: https://es.zenit.org/2022/10/30/papa-encuentra-a-jovenes-en-vaticano-y-les-deja-estos-tres-retos-en-torno-a-la-vida-de-parroquia/

Categorías: Papa y Accion Catolica

El Papa Francisco a los jóvenes de la Acción Católica

“En la Iglesia todos somos hermanos por el Bautismo”

El Papa Francisco a los jóvenes de la Acción Católica

Vatican Media

Este sábado 29 de octubre de 2022, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia, en el Aula Pablo VI, a los jóvenes de la Acción Católica Italiana.

Publicamos a continuación el discurso que el Papa dirigió a los presentes durante el encuentro:

***

Discurso del Papa

Queridos jóvenes de la Acción Católica, buenos días y bienvenidos… Al menos sabéis hacer ruido, eso es algo, ¡vamos!

Agradezco al Presidente Nacional sus palabras.

Puedo decirles de inmediato que aprecio mucho el hecho de que se preocupen por la parroquia. A mí también me importa. La parroquia. Hay movimientos, hay cosas que giran… La parroquia: la raíz está en la parroquia. Pero yo soy de otra generación. Nací y crecí en un contexto social y eclesial diferente, cuando la parroquia -con su párroco- era un punto de referencia central para la vida de las personas: la misa dominical, la catequesis, los sacramentos… La realidad sociocultural en la que se vive ha cambiado mucho, lo sabemos; y desde hace algún tiempo -primero en otros países, luego también en Italia- se ha replanteado la misión de la Iglesia, especialmente la parroquia. Pero, en todo esto, queda una cosa esencial: para nosotros, para ti y para mí, para nuestro camino de fe y crecimiento, la experiencia parroquial ha sido y es importante, insustituible. Es el ambiente “normal” donde aprendimos a escuchar el Evangelio, a conocer al Señor Jesús, a ofrecer un servicio con gratuidad, a rezar en comunidad, a compartir proyectos e iniciativas, a sentirnos parte del pueblo santo de Dios…

Todo esto lo has vivido también a través de la Acción Católica, es decir, una experiencia asociativa que está, por así decirlo, “entrelazada” con la de la comunidad parroquial. Algunos de vosotros imagino que habréis formado parte de un grupo de ACR, Acción Católica por la Infancia; y ahí ya se aprende mucho de lo que significa formar parte de una comunidad cristiana: participar, compartir, colaborar y rezar juntos…

Esto es muy importante: aprender a través de la experiencia que en la Iglesia todos somos hermanos por el Bautismo; que todos somos protagonistas y responsables; que tenemos diferentes dones y todos para el bien de la comunidad; que la vida es una vocación, el seguimiento de Jesús; que la fe es un don que se da, un don que se testimonia. Y además: que los cristianos se interesen por la realidad social y hagan su propia aportación; que nuestro lema no sea “no me importa”, sino “¡me importa!” Cuidado, cuidado tú, que es más peligrosa que el cáncer la enfermedad de la indiferencia en los jóvenes. Por favor, tener cuidado. Hemos aprendido que la miseria humana no es un destino que recae sobre unos pocos desgraciados, sino que casi siempre es el resultado de injusticias que deben ser erradicadas. Y así, hemos aprendido todas estas cosas. Estas realidades de la vida se aprenden a menudo en la parroquia y en la Acción Católica. ¡Cuántos jóvenes se han formado en esta escuela! Cuántos han dado testimonio tanto en la Iglesia como en la sociedad, en las diversas vocaciones y, sobre todo, como fieles laicos, que han continuado como adultos y ancianos el modo de vida madurado como jóvenes, en la parroquia.

Así que, queridos jóvenes, somos de generaciones diferentes, pero tenemos en común el amor a la Iglesia y la pasión por la parroquia, que es la Iglesia en medio de los hogares, en medio de la gente. Y sobre la base de esta pasión, me gustaría compartir con vosotros algunos énfasis, tratando de sintonizar con su viaje y su compromiso.

En primer lugar, queréis contribuir al crecimiento de la Iglesia en fraternidad. Os lo agradezco. Estamos en perfecta sintonía con esto. Sí, pero ¿cómo hacerlo? En primer lugar, no te asustes si -como has notado- en las comunidades ves que la dimensión comunitaria es un poco débil. Esto es algo muy importante, pero no te asustes, porque es un hecho social, que se ha agravado con la pandemia. Hoy en día, sobre todo los jóvenes, son muy diferentes a los de hace 50 años: ya no hay ganas de hacer reuniones, debates, asambleas… Por un lado, esto es algo bueno, incluso para ti: la Acción Católica no tiene que ser una “”Sesión» católica, ¡y la Iglesia no sigue con reuniones! Pero, por otra parte, el individualismo, la cerrazón en el ámbito privado o en pequeños grupos, la tendencia a relacionarse “a distancia” también infecta a las comunidades cristianas. Si nos revisamos, todos estamos un poco influenciados por esta cultura egoísta. Así que debemos reaccionar, y vosotros también podéis hacerlo empezando por trabajar en vosotros mismos.

Y digo un “trabajo” porque es un camino exigente y requiere constancia. La fraternidad no se improvisa y no se construye sólo con emociones, eslóganes, eventos… No, la fraternidad es una obra que cada uno hace sobre sí mismo junto con el Señor, con el Espíritu Santo, que crea armonía entre las diversidades. Os aconsejo que releáis la parte de la Exhortación Christus vivit titulada “Caminos de fraternidad”. Son unos pocos números: del 163 al 167. Christus vivit, “Caminos de Fraternidad”. No dejéis de leerlo. El punto de partida es salir de uno mismo para abrirse a los demás y salir a su encuentro (cf. nº 163). El Espíritu de Jesús resucitado hace esto: nos hace salir de nosotros mismos, nos abre al encuentro. ¡Cuidado! No es alienación, no, es relación, en la que nos reconocemos y crecemos juntos. La realidad fundamental para nosotros es que en la Iglesia experimentamos este movimiento en Cristo, a través de la Eucaristía: Él sale de sí mismo y entra en nosotros para que nosotros salgamos de nosotros mismos y nos unamos a Él, y en Él nos encontremos en una comunión nueva, libre y oblativa. La fraternidad en la Iglesia se funda en Cristo, en su presencia en nosotros y entre nosotros. Gracias a Él nos acogemos, nos soportamos -el amor cristiano se construye soportándose- y nos perdonamos. Me detendré aquí. Me entendéis bien, son realidades que vives, son tu alegría, nuestra alegría.

Y aquí me detengo en un punto que para mí es como la enfermedad más grave de una comunidad parroquial: la cháchara. El parloteo que siempre se hace como medio de escalada, de promoción, de autopromoción: ensuciar al otro para que yo pueda llegar más lejos. Por favor, la cháchara no es cristiana, es diabólica porque divide. Atención, jóvenes, por favor. Dejemos eso para las solteronas… Nunca cotillees sobre otros. Y si tienes algo contra otro, ve y dilo a la cara; seas hombre, seas mujer: a la cara, siempre. A veces recibirás un puñetazo, pero has dicho la verdad, lo has dicho a la cara con caridad fraternal. Por favor, la crítica oculta es cosa del diablo. Si queréis criticar, todos juntos, criticaros entre vosotros, pero no fuera, contra los demás.

Y con estas cosas que he dicho podéis comprender en qué sentido los cristianos se convierten en “levadura” en la sociedad: si un cristiano está en Cristo, si es un hermano en el Señor, si está animado por el Espíritu, no puede dejar de ser levadura allí donde vive: levadura de humanidad, porque Jesucristo es el Hombre perfecto y su Evangelio es una fuerza humanizadora. Me gusta mucho una expresión que utilizáis: “estar amasado en este mundo”. Es el principio de la encarnación, el camino de Jesús: traer la vida nueva desde dentro, no desde fuera, no, desde dentro. Pero con una condición, que parece obvia pero no lo es: que la levadura sea levadura, que la sal sea sal, que la luz sea luz. Pero si la levadura es otra cosa, no va; si la sal es otra cosa, no va; si la luz es oscuridad, no va. De lo contrario, si, estando en el mundo, nos volvemos mundanos, perdemos la novedad de Cristo y no tenemos nada más que decir o dar. Y aquí viene la otra expresión vuestra que me ha llamado la atención: “ser jóvenes creyentes responsables y creíbles”. Esto es lo que dice Jesús cuando, por un lado, afirma: “Sois la sal de la tierra”, para inmediatamente después advertir: ¡cuidado con perder el sabor! (cf. Mt 5,13). “Este, cuando era un chico, cuando era una chica, era un bueno, un bueno, de Acción Católica, iba adelante, a todas partes… Ahora es un tibio, un tibio, es uno que no se hace oír, una persona espiritualmente aburrida y aburrida, que no tiene fuerza para llevar el Evangelio”. Cuidado: que la sal siga siendo sal, que la levadura siga siendo levadura, que la luz siga siendo luz.

Jóvenes creyentes, responsables y creíbles: esto os deseo. Esto también podría convertirse en una fórmula, una “figura retórica”. Pero no es así, porque estas palabras se encarnan en los santos, en los jóvenes santos. La Madre Iglesia nos ofrece muchos de ellos, pensemos -limitándonos a algunos italianos- en Francisco y Clara de Asís, Rosa de Viterbo, Gabriel de Nuestra Señora de los Dolores, Domingo Savio, Gemma Galgani, María Goretti, Pier Giorgio Frassati, Clara Badano, Carlos Acutis. Nos enseñan lo que significa ser levadura, estar en el mundo, no ser del mundo. Pier Giorgio Frassati fue un miembro activo y entusiasta de la Acción Católica Italiana, en particular de la FUCI, y muestra cómo se puede ser un joven creyente creíble y responsable, un creyente feliz y sonriente. Ay de los jóvenes con cara de velatorio: lo han perdido todo.

Queridos amigos, hay tantas cosas que podríamos compartir sobre la vida en la parroquia y el testimonio en la sociedad. Pero no tenemos tiempo, ni paciencia para seguir hablando. -. Quisiera añadir sólo una sugerencia, que me viene también del hecho de que octubre es el mes del Rosario: aprended de la Virgen María a guardar y meditar la vida de Jesús, los misterios de Jesús, en vuestro corazón. Reflexiona cada día en los acontecimientos alegres, luminosos, dolorosos, gloriosos de su vida, y te permitirán vivir lo ordinario de forma extraordinaria, es decir, con la novedad del Espíritu, con la novedad del Evangelio.

¡Gracias por venir y gracias por vuestro testimonio! Salid con alegría y coraje. De corazón os bendigo a vosotros y a todos los jóvenes de la Acción Católica. Que tengáis un buen viaje en vuestras parroquias y que seáis un fermento en el mundo. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.

Fuente: https://www.exaudi.org/es/en-la-iglesia-todos-somos-hermanos-por-el-bautismo/

Categorías: Papa y Accion Catolica

Rino Fisichella asegura que para la Iglesia se abre «una nueva etapa de evangelización»: «Es un desafío»

El arzobispo afirma que el «primer anuncio» debe insertarse hoy «en la nueva cultura, que es hija de la ciencia y la tecnología, con extensión global: la cultura digital»

Por Santiago Tedeschi Prades

Tiempo de lectura: 2’22 oct. 2022 4:46

La Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida ha organizado este fin de semana, 22 y 23 de octubre, las XLIII Jornadas Nacionales de Delegados de Apostolado Seglar y Responsables de Movimientos y Asociaciones.

Bajo el lema, “El primer anuncio en clave de sinodalidad”, el objetivo de estas dos jornadas es reflexionar sobre la importancia del Primer Anuncio desde las claves de la sinodalidad y el discernimiento. Diseñar una hoja de ruta teniendo presente el proceso sinodal y el Congreso de Laicos y además hacer experiencia de sinodalidad (comunión) entre las delegaciones, movimientos y asociaciones.

En la primera jornada, tras la apertura de las jornadas, Rino Fisichella, arzobispo y antiguo presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización y actual Dicasterio para la Evangelización: ofreció sus reflexiones sobre la prioridad pastoral en el actual contexto actual.

«Volver a lo esencial y no teorizar»

Fisichella ha subrayado que “el anuncio es la proclamación de un acontecimiento. No tiene nada que ver con una buena predicación, o una catequesis; lo que los textos sagrados pretenden subrayar, sin embargo, es que incluso antes del contenido existe la acción misma del anuncio que proclama el reino de Dios”. El arzobispo italiano ha asegurado que “deberíamos volver a lo esencial y no teorizar demasiado la obra de evangelización con demasiadas distinciones, con el riesgo de perdernos en las distinciones y así eclipsar lo esencial”.

“El “primer” anuncio […] exige ante todo que haya anunciadores, evangelizadores, hombres y mujeres de fe que vivan con la responsabilidad de dar testimonio y compartir la alegría del encuentro con Cristo”, ha dicho Rino Fisichella que ha añadido que la Iglesia nunca se debería alejar “de este centro unitario que es la persona de Jesucristo. El anuncio, obra de evangelización, parte de este centro y desde aquí se desarrolla, expandiéndose, pero luego regresando al centro como si nunca se hubiera alejado”.

Rino Fisichella asegura que para la Iglesia se abre una nueva etapa de evangelización: Es un desafío

«Nueva etapa de evangelización»

Fisichella ha afirmado que este “primer anuncio” debe insertarse hoy “en la nueva cultura que se muestra prepotente, hija de la ciencia y la tecnología, con extensión global: la cultura digital”: “Ella encuentra su espacio a nivel global y se impone cada vez más modificando nuestros lenguajes y comportamientos”.

Para la Iglesia se abre una nueva etapa de evangelización, y es un desafío que no se debe perder. La verdadera pregunta que debemos hacernos frente a esta nueva cultura no es cómo usar las nuevas tecnologías para evangelizar, sino cómo convertirse en una presencia evangelizadora en el continente digital”, ha subrayado Fisichella que ha definido “urgente” conocer el poder del medio y utilizar todo su “potencial” y “positivismo”.

Rino Fisichella asegura que para la Iglesia se abre una nueva etapa de evangelización: Es un desafío

Propuesta de libertad para todos

Concluyendo su discurso, el arzobispo italiano ha subrayado como “el Evangelio es una propuesta de libertad para todos. Es salvación para quienes desean dar pleno sentido a su vida y están dispuestos a abrir su corazón para dejarse transformar por la fuerza de la gracia”. “Lo que se comunica es, sobre todo, la cercanía de Dios que viene al encuentro, no para juzgar, sino para compartir. Es una provocación a acoger la esencia de la vida y no dejarse encantar por lo efímero. Por eso es una invitación a creer y a ponerse en el seguimiento con la exigencia de vivir la vida nueva “en” Cristo”, ha finalizado Rino Fisichella en las XLIII Jornadas Nacionales de Delegados de Apostolado Seglar y Responsables de Movimientos y Asociaciones.

Fuente: https://www.cope.es/religion/hoy-en-dia/iglesia-espanola/noticias/rino-fisichella-asegura-que-para-iglesia-abre-una-nueva-etapa-evangelizacion-desafio-20221022_2356190

Categorías: Laicos

Dinero y descarte

“Nadie puede rescatarse a sí mismo, ni pagar a Dios su propio precio. Demasiado caro sería el rescate de una vida. Nadie puede salvarse con el dinero”

Francisco, 2013

2022/09/29

I

¿Qué existe, en las sociedades modernas, que no se pueda comprar? Nos sorprenderíamos al reflexionar sobre las pocas cosas que, aún se resisten al encanto del dinero: ya sea directamente, bienes y servicios que se ofrecen abiertamente en mercados, como indirectamente, todo el conjunto de acciones humanas que persiguen el enriquecimiento. La experiencia de la vida cotidiana se ha convertido, de más en más, en un paseo por un gigante supermercado. Aquí una venta, allá una compra. El dinero se vuelve el nuevo lenguaje del mundo, la lengua franca que todas las bocas hablan. Mientras tanto, deambulando por los pasillos, el 90% de las personas viven en el filo del equilibrio, cuidando que al fin de mes sus cuentas sigan en números negros.

II

Hay dos críticas fundamentales que se le pueden realizar a la idolatría del dinero y la sociedad-mercado. Una socioeconómica y ecológica que se centra en las consecuencias de volcar la vida humana y la supervivencia del planeta al oro. La otra, moral y cultural, que nos habla de la degradación de la dignidad humana que la traducción monetaria del mundo impone. En el actual contexto de crisis, ambas deben de tomarse de la mano y caminar juntas.

III

El dinero tiene una particularidad que lo hace único: contradice los principios aceptados de la física, la gravedad misma, pues corre de abajo hacia arriba. La sabiduría popular lo capta con gracia: “dinero llama a dinero”. Quien lo posee con cuantía puede “ponerlo a trabajar”, eufemismo cruel que despersonaliza el trabajo de quienes no lo tienen. La acumulacióndedinero, en este contexto, produce descarte a través de la desigualdad. En este sentido, también podemos entender las severas críticas de los padres de la Iglesia a las riquezas, pues como señalaba San Agustín, las riquezas son injustas o porque las adquiriste injustamente o porque en sí mismas son injustas en cuanto tú tienes y el otro no, en cuanto uno nada en la abundancia, mientras el otro sufre en la miseria. (Salmo 48)

El mercado, antaño, era un espacio concreto de la ciudad al que se acudía para adquirir cierta clase de bienes que no producía la comunidad; ahora se encuentra por doquier, o mejor dicho la comunidad se ha inundado de mercado. Cuando todo lo que vale la pena está a la venta, quien tiene mucho dinero se encuentra a sus anchas en el mundo, yace todo a su alcance; por el contrario, quien nada tiene, se limita a deambular por los aparadores tratando de saborear con la vista – si se le permite- o fantasear mejor fortuna en otra vida.

Una sociedad de mercado se mueve por su propia lógica. Mantener la vida pasa a segundo plano, el imperativo ahora es mercar todo el tiempo. Para lograrlo, el mercado se derrama hasta los confines más recónditos. El medio ambiente puede ser procesado, mercantilizado y luego descartado, o descartado de entrada si no se le considera útil para el mercado. El dinero se reafirma como la lengua más fácil de dominar, pues a través de él hablan las rocas, los árboles, los ríos, los animales…

IV

Las personas somos en relación, en el otro nos encontramos cuando lo encontramos. Cuando todo intercambio está mediado por el dinero -su ser, su trabajo, su valía- se vuelve una realidad objetivada y limitada. El encuentro se reduce a un simple nexo, abstracto y fantasmal. No es que el dinero, por sí mismo, no pueda funcionar como facilitador de intercambios. Es cuando la totalidad de la relación se ve reducida a su expresión monetaria, esta ha adelgazado a su límite más bajo. La alteridad se vuelve indiferenciable.

El mundo mismo se vacía de sentido. Donde antes hubo multiplicidad de lenguajes de valoración -afectividades, sensibilidades, estéticas e imaginarios-, ahora todo se reduce al plano de lo mensurable. Algún mercantifílico argumentará, optimista, que esto es favorable: “¡ahora todo está en relación con todo!”. Cuando todo se mide en el mismo patrón, podemos saber cuantos dólares cuesta un rayo de sol, un día de trabajo o un trasplante de corazón.

El riesgo, en todo caso, es volver sagrado al dinero. Ateo no es aquel que no cree en un Dios, pues igualmente puede considerar valioso a su prójimo y cuidar de él, sino el que se hinca frente al dinero y acepta a cabalidad sus consignas. Aquel pobre individuo no cree en el prójimo, con quien compite por lo sagrado, pero tampoco en él, pues su confianza disminuye si la suerte en los negocios lo abandona. Se descarta a sí mismo como los millonarios que se quitan la vida cuando sus acciones se desploman.

V

La persona que amablemente llegó hasta aquí habrá notado que recurrentemente hablé del “todo”: “cuando todo está a la venta”, “todo se reduce al plano mensurable”, etc. Así, reiterativamente, pretendo asentar el argumento. El dinero produce descarte cuando se convierte en la totalidad de la vida social, cuando ordena nuestras vidas y nuestras relaciones, coloniza lo más íntimo y lo más necesario. Una agenda para salir de la crisis consiste en devolver el mercado a un espacio confinado de la comunidad y el dinero a una forma específica de relacionarnos.

Fuente: https://www.imdosoc.org/post/dinero-y-descarte

Categorías: DSI

¿Qué hace un católico en la política?

¿Cuáles son nuestras motivaciones, que fin perseguimos, en qué parecemos cristianos?  o ¿en qué somos como cualquier otro político?

Para quienes tenemos la distinción de vida, de ocupar un cargo en el servicio público, es obligatorio, analizar y llevar a obra, el planteamiento que nos hace el señor arzobispo primado de México, Cardenal Carlos Aguiar Retes, en su texto intitulado “EL TIEMPO ACTUAL: SUS OPORTUNIDADES Y SUS DESAFÍOS PARA EL POLÍTICO CATÓLICO”.

Son tiempos de confusión para quienes no sabemos identificar los signos, y son tiempos de oportunidad para quienes, de manera ordenada pero sobre todo consciente, se han preparado para estas tribulaciones, hoy más que nunca nuestra formación cristiana está a prueba, el nuevo modelo social impulsado por influencias extranjeras y modelos de gobierno progresistas, tienen como objetivo imponer nuevas formas de organización social, nuevas estructuras de familia y un comportamiento individual y colectivo basado en falsos preceptos de libertad e igualdad, estamos ante el primer efecto de la crisis de instituciones que tuvo su comienzo a finales de los 80’s.

Los cambios en la sociedad

A principios de los 90’s. Javier Esteinou, investigador del CONACYT, presentaba una de las investigaciones que más han impactado mi vida. “La televisión mexicana y la pérdida del proyecto cultural infantil en México” [1] es a través de los contenidos televisivos que los nuevos modelos de familia, escuela, comunidad y amistad comienzan a ser impuestos en la morfología social, generando nuevos roles, códigos y rompiendo limites formativos, de convivencia; son los jóvenes la población objetivo de tan mercantilista plan, en otras palabras, los productos comerciales, inician a ganar la siguiente generación –  implantando desde la infancia modelos de conducta personal y colectiva, asumiendo un rol más de consumidores  y menos de ser humanos, cosificando las cosas, materializando las conductas y generando un individualismo de progreso y desarrollo, con ello, la familia empezaba a tener sus primeras fracturas de conformación, el matrimonio ya no es prioridad ni el modelo a seguir para unir a dos personas, el rol de la mujer asume un mal entendido aspecto de empoderamiento generando una fractura en la relación conyugal, en consecuencia los hijos inician a ser parte de familias disfuncionales, con matrimonios débiles, y una paternidad mal entendida. Estas son las primeras señales de las que se dan cuenta en el inicio de un cambio de época y no una época de cambios como irresponsablemente se le señala a los 90´s.

La sociedad mexicana tradicional se desdibuja, dando atención a conceptos europeos de derechos individuales y tendencias progresistas, resultando el quiebre en los modelos heredados por nuestros abuelos y la entrada a nuevas formas de entender los roles, en casa, en la escuela, en la comunidad, nacía una nueva generación que rechazaba seguir con las tradiciones y buenas costumbres para adoptar, distorsionados modelos, de conducta individual y colectiva.

Los católicos en el servicio público

Como  católico en la política, el primer criterio de análisis siempre es el sociológico, nos ayuda a entender y comprender, el porqué de nuevas demandas en cuanto derechos y las razones detrás de las propias para desconocer deberes y obligaciones, se generan entonces agendas legislativas tendientes a minar las instituciones de derecho, provocando figuras hibridas, provocadoras de deformaciones sociales, y tendientes a demeritar las figuras de autoridad, empezando por los padres, los maestros, los policías, los gobernantes, los sacerdotes, dando paso a un autocratismo.

Datos del censo de población del INEGI-2020[2] en Naucalpan presenta una disminución de católicos respecto al 2010 de 7 % pasando del 92% al 85% de la población.

Las señales se generaron en los 90´s, y hoy vivimos los efectos de esos primeros rompimientos de las instituciones, tal como lo señala José Antonio Rosas, la educación es el conducto para el rescate de las generaciones futuras.

Quiénes ejercemos el servicio público, y hacemos política todos los días, debemos preguntarnos, ¿Cuáles son nuestras motivaciones, que fin perseguimos, en qué parecemos cristianos?  o ¿en qué somos como cualquier otro político?

Llevar el mensaje de Cristo a la sociedad de hoy

Nuestro presente, demanda gobernantes humanos, sensibles, comprometidos, convencidos en ser un factor positivo de cambio para su pueblo, la realidad, pide políticos católicos que pongan el ejemplo, en el servicio y atención a las necesidades más urgentes, apremiantes, aunque estas, no le den al político la más mínima oportunidad de sobresalir o protagonizar una gesta.

Los católicos que llevemos a Cristo en nuestros actos, cumpliremos metas mucho más ambiciosas de mayor alcance y con un fuerte impacto positivo en las comunidades que representamos, sin necesidad de buscar acciones, obras, programas o estrategias que solo generen un beneficio momentáneo o bien atiendan una demanda histórica.

Nos falta mucho para entender, que, por encima de los partidos, están las personas, que por encima de los caudillos están las causas, que por encima de los políticos están las motivaciones y los fines de la labor social. Seamos ejemplo de conducta, asumamos con responsabilidad cristiana cada uno de nuestros roles, con conciencia y congruencia, debemos ser buenos hijos, hermanos, esposos, padres, jefes, empleados, vecinos, creyentes, nuestra identidad católica debe expresarse para bien, en cada actividades que desempeñemos en nuestras vidas, en cada acción y pensamiento, debemos quedar bien, con quien nos dio la vida, y con nuestros hijos, si ellos se sienten realmente orgullosos de lo que son sus padres, podremos continuar con esfuerzo, dedicación y compromiso.

Nuestros hechos deben ser tan contundentes, que no haya duda para quienes nos conocen, para seguir a Cristo, debemos ser contundentes y con recto propósito en el auxilio a las y los demás; para que, en consecuencia, para que otros quieran ser parte de la construcción de una nueva historia.

Actualizarnos en nuestras actividades, debe ser tarea de todos los días, conformar equipos de trabajo, es parte un crecimiento que debemos seguir desarrollando, fomentar la participación social, es parte de un compromiso por llevar el mensaje de Cristo a cada persona, lo importante al final es reunir a personas que quieren vivir mejor, y que estén dispuestos a involucrarse por su comunidad.

Mauricio Eduardo Aguirre Lozano, Décimo Primer Regidor en el Ayuntamiento de Naucalpan de Juárez y exalumno de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos.

[1] “La televisión mexicana y la pérdida del proyecto cultural infantil en México” Revista Ciencia y Desarrollo, No. 93, Volumen XVI, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), México, D.F., julio – agosto de 1990,

[2] https://www.inegi.org.mx/app/buscador/default.html?q=NAUCALPAN

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Fuente: https://www.exaudi.org/es/que-hace-un-catolico-en-la-politica/

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