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Archive for diciembre 2018

Una Iglesia que no promueva el laicado no ha crecido en madurez

«El misionero debe estar dispuesto a quedarnos con la gente, dar garantía de estabilidad» Luis Miguel Modino.

Que los sacerdotes sean sacerdotes indígenas, que los diáconos sean diáconos indígenas, una Iglesia que pueda tener obispos indígenas, y llegar a tener esa posibilidad

(Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en Brasil).- Un obispo enamorado de la misión, de llevar el Evangelio a las periferias del mundo. Esa podría ser una buena definición de Monseñor Joselito Carreño Quiñones, obispo del Vicariato de Puerto Inírida, Colombia, desde 2014.

Esta entrevista es fruto de una larga conversación a la orilla del Río Guainía, el mismo que del otro lado, en la parte venezolana se conoce como Río Negro. De hecho, el suyo es un vicariato que no entiende de fronteras, pues acompañan comunidades de uno y otro lado de la frontera.

Monseñor Carreño siempre quiso ser misionero, desde seminarista. Por eso, dejó el seminario diocesano en la Arquidiócesis de Bucaramanga y entró en la Congregación de los Javerianos de Yarumal, una congregación misionera, que le envió a África durante veinte años. De hecho, él piensa que una de las exigencias de un misionero es «estar dispuesto a adentrarnos, a quedarnos ahí con ellos, y dar garantía de estabilidad». Él ve como algo imprescindible aprender la lengua que la gente habla, pues «el amor pasa por aprender la lengua».

Pone como ejemplo a Sophia Müller, misionera evangélica que vivió en la región del Guainía durante cincuenta años, y aprendió cinco de las doce lenguas locales, algo que él mismo también hizo cuando vivió en África y la gente percibió como un signo de que estaban allí porque les amaban.

En la entrevista, el obispo de Puerto Inírida hace un análisis de la realidad local y propone algunos caminos de cara al Sínodo para la Amazonía, tanto para la Iglesia como para una ecología integral. En esta dimensión, el obispo denuncia como grandes amenazas la deforestación, la minería, legal e ilegal, y la corrupción de las instituciones que deberían cuidar del medio ambiente. Junto con eso insiste en «hacer que la evangelización en estos pueblos indígenas tenga rostro indígena«, replanteando el tema de los ministerios, que los sacerdotes sean indígenas, de potenciar el laicado misionero, buscando procesos de formación adecuados a esa realidad, pues «una Iglesia que no promueva el laicado no ha crecido en madurez».

¿Cuál es la realidad del Vicariato de Puerto Inírida?

Lo primero es que es una extensión muy grande desde el punto de vista geográfico, tiene la décima parte de nuestro país, Colombia. Comprende los departamento de Inírida y el Guainía y una franja grande del departamento del Bichada, más de cien mil kilómetros cuadrados. Es una extensión muy basta, pero con una población bastante baja, no pasa de setenta y cinco mil habitantes. Las comunidades están muy esparcidas por los ríos, uno encuentra comunidades con diez, quince, veinte, treinta familias, hay muchas comunidades pequeñitas. Todas comunidades indígenas, pues la parte rural es ciento por ciento indígena. La población de Inírida, que es la más grande, con unos veinticuatro mil habitantes, de esos, un 80% es indígena y un 20% de colonos, de gente venida de diferentes partes de Colombia.

El acompañar a todas estas comunidades es bastante complejo, en el sentido de que están muy apartadas unas de otras. Desde el punto de vista de presencia de la Iglesia católica no tenemos el personal suficiente para poder acompañar comunidad por comunidad, o al menos un cierto grupo de comunidades. En los puntos más grandes, como es Barranco Minas, ahí tenemos dos sacerdotes y cuatro religiosas, en San Felipe, en tiempos hubo religiosas y dos sacerdotes, ahora sólo uno, y tenemos dos sacerdotes en San Carlos en el lado de Venezuela, y en Maroa, también Venezuela, un sacerdote y un laico misionero. Ya en Inírida tenemos tres parroquias y la posibilidad de una nueva parroquia en un barrio de ocupación. Las comunidades de la parte del Guainía son noventa comunidades en la parte rural, más veinticinco que atendemos por el lado del Bichada, son muchas las comunidades, es una parte compleja.

Otro factor que hay que tener en cuenta de este vicariato es que, comparado con otras jurisdicciones eclesiásticas de Colombia, es el único en que los católicos somos minoría. Se adelantó una misionera evangélica y antropóloga, que llegó aquí en los años cuarenta años y se quedó cincuenta años inserta en las comunidades del Departamento del Guainía. Ella vio que era el lugar favorito, por lo que llegó y se dio cuenta que era la primera misionera que llegaba en estos tiempos. En el siglo XVI se habla que por aquí pasaron algunos de paso.

Ella cuando llegó y vio que era el lugar donde quería estar para hacer su trabajo de evangelización con las comunidades. Llegó a aprender cinco de las doce lenguas que se hablan en el Departamento del Guainía, y logró transmitir el Nuevo Testamento a estas cinco lenguas diferentes, organizando las comunidades de tal manera que tuviesen como mínimo dos pastores, con una estructura sencilla. Se reúnen una vez a la semana, los domingos, para la liturgia, una vez al mes para la Santa Cena, donde llevan comida, comparten y celebran juntos como comunidad, y una vez por semestre lo que llaman las conferencias, que es la reunión de las comunidades vecinas.

Usted está hablando de una experiencia que puede llevarnos a pensar en uno de los deseos del Papa Francisco con respecto al Sínodo, una Iglesia con rostro amazónico y rostro indígena. ¿Cómo podríamos aprender con esta experiencia de alguien que también son cristianos, evangélicos, para la Iglesia católica, no sólo en este vicariato como en toda la Amazonía?

Eso nos plantea grandes retos a nosotros, a los que estamos aquí en el vicariato, pero también a toda la Iglesia católica, en el trabajo con las comunidades indígenas. Para poder hacer un trabajo serio, significativo en el corazón de las comunidades indígenas, tenemos que insertarnos, tenemos que estar dispuesto a adentrarnos, a quedarnos ahí con ellos, y dar garantía de estabilidad. Uno de los grandes problemas que tenemos en la Iglesia católica, no solamente en Colombia, sino en el mundo, que conozco por mi experiencia misionera en África por veinte años, y me di cuenta de la inestabilidad de nuestro personal. Somos muy inestables, llegamos a un lugar, nos quedamos cuatro o cinco años, algunos tres, dos años y ya estamos saliendo, ya estamos yendo a otro lugar, y eso no da suficiente tiempo para poder hacer un trabajo a fondo, de conocimiento de la cultura.

El mejor mecanismo para aprender la cultura es aprender la lengua de esa comunidad, y a través del aprendizaje de la lengua, se aprende la cultura, la espiritualidad, los saberes, toda la riqueza histórica, la manera de razonar, de filosofar, la cosmovisión que ellos tienen. Es insertándonos en el corazón de esas comunidades que podemos hacer un trabajo serio con esas comunidades. No solamente se requiere una presencia de Iglesia, sino una presencia cualificada, de personas que de verdad tengan en su corazón el amor por Jesucristo y por estas comunidades. El amor pasa por aprender la lengua.

Cuando llegamos a una comunidad en Etiopía, los cuatro compañeros, vivíamos dos en cada comunidad, llegamos a estas comunidades donde no había llegado ningún misionero católico. Antes de llegar allá, le pedimos al Prefecto Apostólico que queríamos dedicarnos a aprender la lengua, algo que no era fácil, pues era una lengua oral. Nos dedicamos cuatro meses a aprender día y noche la lengua, y después nos fuimos a otra comunidad, no a la que íbamos destinados, a practicarlo.

A los seis meses nos fuimos a la misión y cuando llegamos la gente se sorprendió. Nos dijeron, es un signo claro de que ustedes vienen aquí porque nos aman y lo primero que han hecho ha sido aprender nuestra lengua. Porque aquí han venido todo tipo de personas, de visitantes, incluso tenemos nuestros vecinos, de otros pueblos, y ninguno se ha interesado, ni siquiera para aprender los saludos, y ustedes lo primero que hicieron fue aprender nuestra lengua, ese es un signo claro de que ustedes nos aman. Ellos nos dieron una comida increíble y logramos entrar en el corazón de esa gente de una manera increíble. Porque entramos por donde había que entrar.

Eso nos lleva a pensar que en la Iglesia católica muchas veces no entendemos el tiempo de Dios, y vivimos con demasiada prisa. Para evangelizar ciertas culturas, ¿no deberíamos aceptar el tiempo de Dios y de esta gente, aprender a vivir sin reloj, a disfrutar del tiempo?

Esa es una de las cosas que uno aprende en el trabajo con ellos, a bajarnos a la experiencia de ellos. Por ejemplo, ellos nos decían, en la experiencia que tuve con muchas comunidades, es que usted no es como los otros. ¿Cuáles otros? Ellos hablan de los musungus, el de color blanco, que viene de otro lugar, de otro país, en realidad musungu es el europeo. ¿Cuál es la diferencia? Su manera de estar con nosotros, usted no se pone más arriba que nosotros, al contrario, nos trata de la misma manera que trata a su compañero, come nuestra propia comida, nos invita a sentarnos en la misma mesa cuando vamos a visitarlo, cuando nosotros le invitamos usted viene y se sienta a comer con nosotros.

Ellos habían tenido la experiencia de la colonización, donde los europeos tenían su lugar separado. Veían esa cercanía y esa confianza, que uno no viene a robarles la cultura. Aquí hay mucho prejuicio de los indígenas con los antropólogos, porque se han dado cuenta que algunos vienen a hacer estudios, investigaciones, se llevan información y la gente ve que les están robando información. Se están cuidando demasiado, porque ven que les están explotando para hacer sus tesis de doctorado y a veces para hacer películas, o sea, negocios con eso, y no para el bien de la propia comunidad.

Cuando ellos ven que estamos aprendiendo para poder crecer juntos, para poder empoderarnos juntos, poder enriquecernos mutuamente, cuando ellos se dan cuenta de eso, ellos se abren de corazón y son demasiado generosos, hospitalarios, nos hacen sentir de verdad que somos uno con ellos.

¿Qué es lo que usted ha aprendido con los pueblos indígenas en este tiempo que lleva como obispo en el Vicariato de Puerto Inírida?

La diferencia con África es que allí llegaba como encargado de una sola misión, algo más concreto, y era el trabajo evangelizador de ese lugar donde llegaba, la concentración era para allí. Además, llegaba a una comunidad que hablaba una sola lengua, entonces me dedicaba a aprender esa lengua, y sólo tenía que ser responsable de esa comunidad. Al llegar aquí, es una situación que tengo que responder por todo el vicariato, y también por una estructura que ya ha ido creciendo, después de diecisiete años de Monseñor Bayter, donde él ya había montado, de alguna manera, una estructura al servicio de la educación. Lo primero que había que hacer era ponerme al día, cómo asegurarme que iba a administrar bien todo eso. La parte administrativa siempre me lleva mucho tiempo, que eso no se daba en África. Esa es una primera dificultad que me ha llevado a no poder meterme de lleno a aprender la lengua de la comunidad y acompañarla como lo hice en África.

Lo segundo es que el vicariato está compuesto por más de doce dialectos. Si aprendo uno, por ejemplo el de los curripacos, que es el más numeroso, los otros van a decir por qué aprendió ese y no aprendió el nuestro. Eso me ha afectado a no haberme dedicado todavía a aprender uno. Pero lo que si he tenido claro es que yo tengo que aprender, al menos uno, porque si de verdad quiero llegar más al corazón del mundo indígena no hay un camino más efectivo para hacerlo que aprendiendo el idioma.

La tercera dificultad, el hecho de que las comunidades indígenas, la mayoría son evangélicas. El trabajo no me ha forzado para el tema de celebrar la misa, de compartirles la Palabra, pero tal vez teniendo la obligación de evangelizarlos directamente, entonces tengo que aprender para poder hablarles en la lengua. No me he visto forzado en ese sentido. No creo que haya sido negligencia, que hayan pasado cuatro años y no me haya entrado el aprender la lengua. Pero a los padres que están yo les he insistido en eso, en la importancia de aprenderla. Pero no es lo mismo cuando uno les dice que cuando uno les enseña haciendo, que hace que ellos también se motiven.

Alguno de ellos ha intentado, pero es uno de los puntos negativos que tenemos a nivel de nuestra presencia evangelizadora acá, que ninguno lo aprendió. Esa es una de las cosas que necesitamos aprender y la otra es la estabilidad del personal, al estilo de Sophia Müller, que consiguió estabilizarse, ser una presencia en el departamento y poder prestar ese servicio. Es el poder acompañar procesos, cuando uno se queda por un tiempo largo, uno puede acompañar procesos y dejar buenas bases que van a garantizar que eso va a seguir funcionando cuando no estén.

La Iglesia de la Amazonía está viviendo el proceso sinodal. ¿Qué es lo que usted piensa que puede aportar este Sínodo, tanto a la Iglesia de la Amazonía como a la Iglesia universal?

Hay un llamado que es fundamental que la Iglesia en la Amazonía debe hacerle a la Iglesia universal, que es lo que el Papa Francisco está hablando, que tenemos que llegar al pueblo de la periferia, llevar a los evangelizadores, a los misioneros, a la periferia. El hecho es que nuestras Iglesias diocesanas no han tenido esa invitación fuerte de la presencia misionera en la Amazonía, no se ha dado ese vínculo, por ejemplo de jóvenes seminaristas que puedan venir a prestar el año pastoral para untarse de todo lo que significa toda esta realidad de la Amazonía y poder crear esa posibilidad. Personal que pueda venir a realizar experiencias por un tiempo y que queden tocados para que cuando terminen su experiencia formativa puedan vincularse por un tiempo. No por toda la vida, pero sí por un tiempo significativo al servicio de la presencia de la Iglesia colombiana en la parte de la Amazonía.

Lo otro es que, porque nunca han tenido esa oportunidad, no han visto la necesidad de hacer eso. Al ofrecerles esa oportunidad ellos van a interesarse, para que haya sacerdotes de las diferentes diócesis y arquidiócesis de Colombia que sientan ese llamado a venir a prestar un servicio a largo plazo en estas comunidades, y poder ofrecerles esa plataforma para hacer procesos de acompañamiento a estas comunidades. Y también que nos ayuden a promover vocaciones, porque hay muchachos que no sienten su vocación para el clero diocesano, pero sí la tienen para trabajar en lugares como éstos.

Por ejemplo, el caso mío, tuve la experiencia de estar primero en la arquidiócesis, yo hice tres años en la Arquidiócesis de Bucaramanga, en Colombia. En ese tiempo, conocí experiencia de misioneros que me cautivó y tuve también la experiencia de ir a misión en unas vacaciones de esos tres años. Eso tocó mi corazón hacia la misión, y por eso me convertí en misionero, ese llamado hizo que cuando yo me retire del seminario, si el Señor siguiese insistiendo en llamarme a su servicio, lo hice, pero no en un seminario diocesano, fui a un seminario misionero. Porque tuve la oportunidad de ser expuesto, ese llamado no estaba ya al inicio porque no tenía idea, no sabía cómo era eso.

Usted habla de una realidad que no sólo se da en el Vicariato de Puerto Inírida como en muchas Iglesias de la Amazonía, que es la escasez de clero. ¿Cómo la Iglesia de la Amazonía, dentro de la reflexión del Sínodo, podría intentar buscar alternativas para que esa presencia eclesial reconocida se haga presente en las comunidades, como por ejemplo sucede con los pastores evangélicos? ¿Qué figura podría ser creada dentro de la Iglesia católica para que esa presencia institucional se dé en las comunidades amazónicas?

En Colombia se tiene, ya lleva como cuarenta años, que ha sido de gran provecho y ayuda para la presencia en la periferia colombiana, especialmente la Amazonía y la Orinoquía, que es el Seminario Intermisional San Luis Beltrán, que está en Bogotá, que ojala que pudiera crearse en la periferia también, tener un seminario en la periferia para poder formar en contexto. Esa es una manera que hemos estado tratando de fortalecer, que es donde van los seminaristas de los once vicariatos que tenemos en Colombia, y se forman con ese espíritu misionero. Ese es un medio, me parece que un medio eficaz. Sería interesante que se pudiera fortalecer más con un equipo itinerante de promotores vocacionales, que fueran parroquia por parroquia haciendo esa animación vocacional, exponiendo la realidad de cada uno de los vicariatos.

Estoy seguro que muchos jóvenes ya están aburridos con la estructura tradicional, con lo que les ofrece cada diócesis. Las vocaciones aparecerían muchos más si se les abriese esos espacios para conocer que hay lugares extremadamente necesitados de personal evangelizador. Como vicariato yo tengo dos sacerdotes incardinados, los demás son Misioneros de Yarumal. Si yo envío a los dos a hacer promoción vocacional, entonces no tengo el personal suficiente, pero lo ideal sería que, al menos, pudiera sacrificar uno de ellos, que cada uno de los vicariatos pudiéramos formar un equipo de promotores vocacionales para ir por toda Colombia.

Uno de los aspectos que también aparecen en la reflexión sinodal es el de la ecología integral. ¿Cuáles son las amenazas que en ese campo están presentes en la Amazonía colombiana?

Son muchas, una de las grandes amenazas es la deforestación, últimamente se ha estado deforestando pero mucho, mucho. En el Departamento del Guaviare, en los últimos años, han sido miles de hectáreas las que se han talado, buena parte del Chocó, ha sido una tragedia terrible la tala de bosques, la pérdida ha sido grandísima. No hay conciencia de la necesidad de plantar árboles, de la renovación, hay árboles que demoran veinte, treinta, cuarenta años, y hay muy poca conciencia de la necesidad de plantar árboles.

Otra es el tema de la minería legal e ilegal, el extractivismo minero salvaje, y sin pensar en las consecuencias de todo el daño que se le está causando a la naturaleza, y también a nosotros, los seres humanos, por el tema del mercurio, de la extracción del oro, que afecta a la pesca. Muchos otros químicos que se utilizan para la extracción de diferentes minerales que se echan al río o se dejan a un lado, y cuando vienen las lluvias se van al río y contaminan las aguas y los peces, que nos contaminan a nosotros, los seres humanos. Es una cadena que nos está autodestruyendo.

Otro gran problema que tenemos en el Guainía es el tema de la corrupción, instituciones que deberían estar ahí para el cuidado del medio ambiente, diferentes corporaciones instituidas por el gobierno para vigilar y cuidar del medio ambiente, los que las administran, los que las dirigen, fácilmente se dejan comprar por muchas cosas, por ejemplo la extracción de la madera, de las minas. El incumplimiento de las leyes, que han sido creadas para defender los recursos que tenemos, pero las personas encargadas de hacer esa administración son muy propensas a la corrupción. La codicia por la riqueza hace que ellos fácilmente vendan su conciencia por dinero y permiten que se hagan cosas terribles que destruyen el medio ambiente.

Volviendo al Sínodo, todos los obispos de la Amazonía van a participar, pero el Sínodo es un proceso en las diócesis, asambleas presinodales y en el Sínodo de los obispos en el Vaticano. ¿Cuáles son los aspectos que usted cree que van a ser más destacados?

Una es, volviendo otra vez al tema de Sophia Müller, hacer que la evangelización en estos pueblos indígenas tenga rostro indígena. Es la necesidad de replantear a fondo el tema de los ministerios ordenados, diaconado permanente o el sacerdocio para estos pueblos, pero que no tenga las mismas exigencias que tiene para el resto. Las dificultades que tenemos nosotros, las tienen ellos, pero lo cierto es que viendo lo que ellos viven, y por ejemplo preguntando el tema del celibato, que no sea obligación, sino la posibilidad de plantearles el sacerdocio a hombres casados, probados, no cualquiera que diga yo quiero ser sacerdote, y con toda la formación que haya que darles.

La necesidad de abrir esa posibilidad, para que de esa manera la evangelización tenga rostro indígena, que los sacerdotes sean sacerdotes indígenas, que los diáconos sean diáconos indígenas, una Iglesia que pueda tener obispos indígenas, y llegar a tener esa posibilidad. Abrir esa reflexión, que hay que hacerla y plantearla desde la complejidad de la situación que se da en estos casos. Lo otro es saber que el acompañamiento, debido a la escasez de ministros ordenados, no nos da para plantear la posibilidad de acompañarles. Ese es uno de los temas que tenemos que plantearlo muy seriamente.

Otro tema que hay que plantear muy seriamente es el tema del trabajo con el laicado misionero. Desde el Vaticano II se habla que una Iglesia que no promueva el laicado no ha crecido en madurez. Signo de madurez de una Iglesia es que los laicos tienen una participación total en la evangelización. Nosotros vemos que nuestras Iglesias son muy clericales. Es un tema que no sólo debemos priorizar, sino ponerle pies y manos, formación y participación del laicado misionero. Desde el Concilio Vaticano II para acá nos hemos planteado seriamente la necesidad de que la Iglesia tiene que abrir el corazón, la mente, el espíritu, todo su ser al laicado. Si el laicado no encuentra su lugar en la Iglesia, estamos lejos de vivir el espíritu de nuestra fe cristiana católica.

En eso decía que hay algunas comunidades religiosas y algunas diócesis, jurisdicciones eclesiásticas que insisten en la formación de estos laicos, pero a la vez vemos la falta de apertura de algunos obispos para darle la bienvenida a la comunidad a esas experiencias. Como que de pronto han tenido experiencias negativas en el pasado y se llenan de prejuicios y dicen que los laicos es un caso perdido. Entonces se cierran a esa posibilidad y se frustran procesos de personas.

También debemos reflexionar sobre cómo se debe ejercer este servicio, colocarle itinerarios para su formación y para el servicio del laicado en la Iglesia, pues no se puede hacer de cualquier manera, improvisada, sino que tiene que hacerse de manera bien seria y bien diseñada y planeada. Buscar que se evalúen los procesos, pero que se mantengan abiertas las posibilidades para que los laicos participen en la organización de la Iglesia. Ese sería un segundo tema fundamental que necesitamos para fortalecer la presencia evangelizadora de la Iglesia en las comunidades indígenas.

Un tercer aspecto es el de promover un código de ética ecológica o de cuidado de la Casa Común. Lo que se ha buscado en los encuentros de París, que se inició en Río de Janeiro, que de ahí sale como una especie de acuerdo, donde los presidentes de varios países se comprometen a vivir dentro de la incidencia de esos acuerdos. La necesidad de tener un código de ética ecológica para poder monitorear el trabajo de las multinacionales. Se habla de que hay más de treinta mil multinacionales que explotan la madera, se habla de más de tres mil proyectos hídricos por el Río Amazonas. Estamos hablando de proyectos que las multinacionales ya tienen con todos los recursos, que ya están en el bioma amazónico. A ellos, ¿quién les vigila, quién les controla, quién les dice que están haciendo las cosas mal? ¿Cómo están regulando esto?

Es una tragedia esta realidad, porque ahí lo que está funcionando es como ellos engañan a las comunidades indígenas, con quienes se debe hacer la consulta previa. Ellos van y hacen reuniones con ellos, les hacen un montón de promesas y después los ponen a firmar, y ya, ya firmaron todos y ya les hicimos la consulta previa. Van y engañan a la gente y después traen el proyecto y explotan y hacen lo que quieren con esos recursos. Hay una necesidad de que la Iglesia se comprometa también a encontrar profesionales y gente especializada en este tema, así como lo hizo el Papa Francisco para la elaboración de la Laudato Si, que se buscó gente muy profesional para que le ayudara a elaborar esa encíclica, que es la Carta Magna del tema ecológico en la Iglesia. Es la mejor fuente que nosotros tenemos para tratar el tema de la ecología en la Iglesia, lo que nos dio el Papa Francisco en esa encíclica de la Laudato Si.

Necesitamos hacer eso también en los lugares en los que estamos presentes, en nuestros territorios, lo necesitamos hacer de manera coordinada y tener una visión común, para podernos apoyar y ayudarnos mutuamente y no trabajar de manera aislada, cada uno haciendo las cosas por su lado, sin tener en cuenta a los demás. Como decía la canción unidos sumamos más, unidos tenemos mayor fuerza, tenemos mayor capacidad de poder expresar nuestra voz que va a ser escuchada por todas las entidades nacionales e internacionales.

 

 

Fuente: https://www.periodistadigital.com/religion/america/2018/12/27/monsenor-joselito-carreno-una-iglesia-que-no-promueva-el-laicado-no-ha-crecido-en-madurez-religion-puerto-irindia.shtml

 

 

Categorías: Laicos

Audiencia a una delegación de jóvenes de la Acción Católica Italiana

https://es.zenit.org/wp-content/uploads/2018/12/A6-413x275.jpgAudiencia a una delegación de jóvenes de la Acción Católica Italiana, 20.12.2018

 

A las 12.10, en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a una representación de la Acción Católica Italiana (ACR) para los saludos de Navidad.
A continuación publicamos el discurso que el Papa ha dirigido a los presentes en la audiencia.

Discurso del Santo Padre

Queridos chicos y chicas de ACR,

Es siempre un placer encontraros cuando se  acerca Navidad.- para escuchar, “¡uno, dos, tres!- Os saludo con afecto. También saludo a quienes os acompañan: el Presidente Nacional de Acción Católica Italiana, el Dr. Matteo Truffelli, el Asistente General, Mons. Gualtiero Sigismondi, vuestros  educadores y todos aquellos que colaboran a nivel nacional. Es un don de Dios, por el que siempre tenemos que estar agradecidos, el hecho de tener adultos, sacerdotes y laicos, que se ocupan con tanto amor de vuestra  formación humana y cristiana. ¡Así que tenéis que rezar por ellos, para que tengan sabiduría y paciencia para cumplir bien este servicio!

Sé que este año vuestro itinerario de formación se centra en el tema del encuentro entre Jesús y las dos hermanas Marta y María de Betania, como lo narra el evangelista Lucas. A partir de este episodio, vosotros y los demás jóvenes de todas las diócesis italianas estáis redescubriendo la llamada a ser amigos de Jesús, a conocerlo cada vez  mejor y a encontrarlo todos los días en la oración, para ser misioneros suyos. Se trata de transmitir un hermoso anuncio, un mensaje de salvación a vuestros coetáneos y también a los adultos. ¿Y cuál es este mensaje? Que todos somos amados por el Señor: esta es la verdadera y grande, buena noticia que Dios ha dado al mundo con la venida de su Hijo Jesús entre nosotros. Todos nosotros somos amados por el Señor. ¡Nos ama! Todo juntos y uno por uno. ¡Qué hermoso es!

Me alegra que, junto con el itinerario formativo, tengáis siempre un gesto, una iniciativa de caridad. Este año está destinada a apoyar el derecho a la alimentación y la dignidad de quienes trabajan la tierra. Aprecio mucho esta decisión y la aliento.

Y, luego, os agradezco vuestro donativo que irá a la Limosnería Apostólica, algo muy útil, es decir, productos que se utilizarán para la higiene personal de muchas personas pobres. ¡Gracias por pensar en ello!

Queridos jóvenes, en Navidad, una vez más, Jesús quiere nacer en vosotros, en vuestro corazón, para daros la alegría verdadera que nadie os puede quitar. Y vosotros, ofreced esta alegría a los otros jóvenes que viven situaciones de sufrimiento, momentos de dificultad, especialmente a aquellos que veis más solos y tal vez maltratados. Sed con todos generosos «canales» de bondad y acogida, para construir un mundo más fraternal, más solidario, más cristiano.

Os deseo una feliz y santa Navidad a vosotros, a vuestras familias y a toda la Acción Católica. Os bendigo de todo corazón y os pido, por favor, que recéis por mí ¡Por favor, no os olvidéis!.¡Gracias!

 

Fuente: http://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2018/12/20/aci.html

Categorías: Accion Catolica, General

Evangelizar requiere discipular laicos y crear comunidades: ¿saben los curas como hacerlo?

 

Evangelizar requiere discipular laicos y crear comunidades: ¿saben los curas como hacerlo?

REL – El Encuentro de Nueva Evangelización 2013 en Valladolid, del 4 al 7 de julio, contó con un potente análisis sobre las debilidades de la Iglesia en Occidente y en España, primero por parte de Josué Fonseca, uno de los organizadores, y después por otros analistas allí presentes.

Josué Fonseca es un oteador privilegiado por varias causas: como profesor, ve las generaciones de jóvenes en el instituto y la universidad, año tras año, más ajenas a la fe. También lo vive como padre de familia. Como fundador de la Comunidad Fe y Vida, ve lo que sucede cuando una comunidad crece en número, en la fe, en conversiones, cuando se fundan nuevas familias cristianas en red… Y, sobre todo, tiene amplitud de visión histórica porque es profesor de Historia de la Iglesia, historiador especializado en Historia de las Mentalidades, tiene visión sociológica de las cosas y ha viajado mucho, en persona y por Internet, conociendo nuevas comunidades y propuestas en distintos países, católicas o protestantes.

La cultura de hoy es “imagen y sentimiento”
“Estamos viviendo un cambio de paradigma mental, algo que ha sucedido pocas veces en la historia: de una mentalidad basada en la razón y las ideas -así, el siglo XX fue llamado el siglo de las grades ideas- hemos pasado a una cultura postmoderna basada en las imágenes y los sentimientos; puede gustar o no, pero esto es así”.

El problema es que la estructura pastoral en la Iglesia Católica se ha quedado anclada en el modelo de diciembre de 1565, fecha de finalizacióndel Concilio de Trento: “un modelo basado en parroquias, cada una con un cura o más, y con una pastoral basada en los sacramentos”. En el nuevo paradigma esta estructura es insostenible: “en mi diócesis de Santander, en 1964 teníamos 500 seminarista; hoy tenemos 6”, pone a modo de ejemplo.

Otro modelo: comunidades y discipulado
Josué propone otro modelo: crear comunidades (gente que se conoce por su nombre y se apoya en el día a día), con discipulado (entrenamiento cercano para seguir a Cristo; el discípulo convive con el maestro y aprende viviendo junto a Él, más que estudiando sus textos) y eclesialidad muy fuerte, dando mucha importancia al obispo.

Josué puede hablar de su experiencia en la comunidad Fe y Vida. Él era profesor de instituto y se le notaba que era cristiano. Los jóvenes se le acercaban con sus problemas, crisis e inquietudes. Él les escuchaba, los mantenía cerca, los juntaba para rezar. Algunos incluso eran acogidos en su casa, en su familia, en situaciones más duras. Aprendían a quererse unos a otros y a relacionarse con Dios.

Y cuando ya éramos 50 fui al obispo y le dije: ´señor obispo, mire lo que está sucediendo´. Y él dijo que siguiéramos así, y ya veríamos más adelante. El obispos nos acompañó y orientó”.

Josué cree que en esta nueva época se parecerá mucho más a la organización cristiana de los siglos II y III que a la del siglo XVI al XX: “más centrada en casas, en comunidades, y con obispos supervisores, y menos en parroquias y párrocos”.

La importancia del obispo, insiste, es esencial, “para que los movimientos no creen guetos y pierdan el sentido eclesial. Trabajamos para la Iglesia y Cristo, no para el movimiento. No entiendo esos movimientos que les pides, por ejemplo, materiales para cursos matrimoniales, y te dicen que no, que son solo para los de su grupo”.

Cambiarlo todo, menos el Magisterio
Ante la crisis de fe, Josué Fonseca pide “cambiar todo lo que haga falta, menos el Magisterio y el Depósito de la Fe”. De hecho, critica que se hace exactamente lo contrario: se mantienen, por ejemplo, cursos de Confirmación donde ningún joven encuentra la fe y de hecho muchos la pierden, así como la moral católica, porque los catequistas de Confirmación no les hablan, por ejemplo, de la propuesta católica sobre la sexualidad… “catequistas que cohabitan con sus novias, ya sabéis; mantienen la estructura caduca y ni siquiera dan la doctrina buena“.

No hay que tocar ni un dogma, ni un punto de la doctrina. Pero hay que saber comunicarlo al mundo de hoy. “¿Por qué la Iglesia es tan mala comunicadora? ¿Por qué es peor comunicadora que cualquier otra institución? Es verdad que es muy grande y muy antigua, ninguna otra entidad se le parece, su inercia la hace pesada, pero… ¿por qué los jóvenes de los carteles de publicidad diocesana parecen todos de las juventudes del PP? Desde luego, no conectan con mis alumnos universitarios. La imagen es muy, muy importante”.

En la misma línea que la imagen, entra la música: los jóvenes, el sector social menos católico, escuchan mucha música, y por eso la música ha de ser un gran vehículo por el que entre la Palabra de Dios, el Evangelio y la práctica de la oración.

Del Che Guevara: abrir fuegos

Josué citó con cierto ánimo iconoclasta al Che Guevara, que explicaba cual era su sueño revolucionario: “él quería hacer surgir un, dos, tres Vietnam en América Latina. Pues yo lo que quiero es que surjan un, dos, tres, o mil comunidades en España, con personas convertidas, que pongan a Cristo en el centro de su vida”.

Serán siempre comunidades bastante diversas, no seguirán todas un mismo patrón, no estarán “clonadas”, pero tendrán siempre oración, gente que se conoce y se apoyapara crecer en el amor a Dios.

(Una parroquia no es comunidad: de 10.000 personas en la parroquia, quizá mil van a misa, el cura conoce sólo a 150, y ellos entre sí no se conocen ni el nombre).

“¡Sacerdotes, cread comunidades!”
Josué Fonseca da un consejo a los sacerdotes, siempre escasos y saturados de trabajo “urgente” que no les deja hacer “lo importante”: “¡sacerdotes, buscad un grupo de personas con fe, formadlas, construid un grupo de discípulos, hasta que sean comunidad!; ellos seguirán trabajando cuando tú te vayas; orad con ellos, y cuando estén más maduros, evangelizad”.

Y a los padres de familia les comenta: “mi hijo de 16 años me dijo que tendrá que dejar a sus amigos el año que viene, cuando la diversión del grupo ya sea sólo alcohol, zona de vinos, etc… Él tendrá que encontrar, como pueda, un grupo de amigos cristianos, que crean en otra forma de vivir. ¿Estamos creando espacios para que nuestros hijos puedan ser cristianos, con amigos cristianos?

Obispos con miedo a ser creativos

Además, Josué lamentó que mientras que hay obispos que dejan a malos catequistas (y curas) predicar errores, hay otros obispos que son creativos y quieren hacer cosas nuevas y buenas pero no las hacen por miedo al “qué dirán”, en una especie de mediocridad para no destacar en el grupo.

Los grandes temas planteados por Josué volvieron a retomarse en la tertulia final del ENE 2013, en la que ejerció de moderador el periodista Jesús Colina (Aleteia), y participaron Josué, Tote Barrera (Cursos Alpha)Alfonso Cherene (pastor evangélico, del movimiento ecuménico juvenil Jucum) y Yuan Fuei Liao, predicador y evangelizador de la comunidad católica Siervos de Cristo Vivo.

Una red: más allá de mi movimiento
Alfonso Cherene, que conoce la experiencia del movimiento internacional Jucum, con grupos de jóvenes y formadores en muchos países y de distintas denominaciones, habló de la evangelización como un “trabajo que es una red de sembradores y cosechadores, y encuentros como el ENE fortalecen los nudos de esa red, porque nos enriquecemos unos a otros; hay que mirar alrededor y entender que el Reino de Dios va más allá de mi movimiento particular”.

Tote Barrera, de los escasos laicos que en España se dedican a tiempo completo (y remunerado) a la Evangelización, admite que “uno querría ver más frutos, pero si hay frustración, que sea una frustración santa, que no tenga desánimo ni abandono, porque en realidad el peso lo lleva el Señor; hemos de entender que la Iglesia la lleva el Señor, que se nos ha prometido que al final la Iglesia vencerá; en cuanto a la crisis en la Iglesia, pienso que puede servir para que se nos vayan muchas tonterías...”

En Hispanoamérica, más laicos
Yuan Fuei Liao, un chino criado en República Dominicana y con muchos viajes internacionales a sus espaldas, destaca el papel de los laicos para evangelizar, “algo que la Iglesia en América Latina entiende mejor que en Europa, quizá porque allí siempre hubo más escasez de clero. Allí los laicos predican, sirven en cargos, se dedican a la evangelización, etc…”

“Para mí”, añade Yuan, “las letras E-N-E significan ´Espíritu´, ´Novedad´ y ´Evangelización´.” De hecho, Yuan impartió en el Encuentro de Nueva Evangelización un taller sobre “creatividad” y “nuevas expresiones para romper esquemas en la evangelización”, remitiéndose a la petición de Juan Pablo II: “nuevo ardor, nuevos métodos, nuevo lenguaje“.

Respecto al “nuevo ardor”, Yuan lo tiene muy claro: “hay que evangelizar a los bautizados, a los feligreses; hay que anunciar el kerigma a un parroquiano igual que a un pagano que nunca oyó de Jesús; y después, cuando tengan ese ardor, ya se puede ir a evangelizar a los alejados“.

¿Alguien enseña al cura cómo evangelizar?
Yuan también señala que a los sacerdotes en los seminarios no les dan ningún entrenamiento pastoral para el mundo real que van a encontrar, ni para crear o apoyar comunidades, ni para formar evangelizadores… “Si no está en el curriculum, al menos que hagan cursos paralelos de fin de semana. Deberían venir ya con una mentalidad renovada y renovadora desde el seminario”, propone.

Tote Barrera señaló que “un problema de la Iglesia es la crisis de confianza: ¿cuántos fieles confían en su párroco y cuántos párrocos se fían de sus fieles? A veces, todos se consideran ortodoxos pero no se fían unos de otros. Yo creo que incluso cuando el entendimiento no es pleno, es posible hacer cosas juntos si hay confianza“.

La unidad ¡es evangelizadora!
El pastor Alfonso Cherene apuntó una herramienta muy poderosa que se debe cuidar y fomentar: la unidad. “El poder de la unidad de los cristianos da una autoridad extraordinaria. ´Creerán si ven que sois uno´, dice el Evangelio de Juan. La unidad ya evangeliza, mientras que la división es una trampa diabólica. En el caso de la división entre católicos y evangélicos, es bueno hacer cosas juntos, centrados en lo que nos une, y no en lo que nos divide”.

Con casi 200 participantes en el ENE 2013 y 4 días de intensos debates, uno de los puntos que se perfilan para la próxima edición parece ser el de cómo formar a los seminaristas y a los sacerdotes para la Nueva Evangelización práctica, concreta.

Un sacerdote de Cádiz tomó el micrófono con una petición: “los curas estamos a veces bloqueados, y necesitamos a laicos con fervor para desbloquearnos; ¡insistid a los curas, animadnos a que nos lancemos a la Nueva Evangelización.

 

Fuente: http://salesianos.pe/evangelizar-requiere-discipular-laicos-y-crear-comunidades-%C2%BFsaben-los-curas-como-hacerlo/

Categorías: Laicos

Los fieles laicos ante la nueva evangelización

Los fieles laicos ante la nueva evangelización

La nueva evangelización es tarea de todos, laicos o ministros sagrados, como la misma misión de la Iglesia. Cada uno la cumple según su propia función en ella, y acompañando siempre su palabra con el testimonio de una coherente vida cristiana.

La nueva evangelización, impulsada por Juan Pablo II y por Benedicto XVI, nos remite a la misión misma de la Iglesia, que se puede sintetizar precisamente en la traditio Evangelii , la transmisión del Evangelio. “Evangelio” entendido, no sólo como contenido noético, sino en el sentido global paulino de “ fuerza de Dios para la salvación de todos los creyentes ” (Ro 1, 16). La nueva evangelización de países y ambientes ya antiguamente evangelizados, pero en gran medida secularizados, plantea peculiares exigencias, necesariamente insertas en la permanente misión salvífica de la Iglesia. A la vez, la realidad compleja en que vivimos requiere novedad de planteamientos pastorales, y apostólicos en general, adecuados a los desafíos de la modernidad y de la post-modernidad.

La participación de los laicos en la evangelización

Una de las dimensiones del sacerdocio real de los fieles, al que se refiere san Pedro (cfr. 1 Pt 2, 4-10), es la función profética: “…para que anunciéis el poder de aquél que os llamó desde las tinieblas a su luz admirable ” (ibid.). Este anunciar es transmitir el Evangelio. Que los laicos participen en la misión de la Iglesia no significa primaria ni principalmente que hayan de colaborar en las funciones de los ministros sagrados, aunque esto sea posible y, en ocasiones, oportuno; además, los ministros no abarcan toda la misión; también ellos participan en ésta. Tanto sobre unos como sobre los otros recae el peso y el honor de la entera misión de la Iglesia: la traditio Evangelii . Pero cada uno la realiza parcialmente, según la propia función eclesial.

Flickr: Opus Dei (Sala de prensa)
Flickr: Opus Dei (Sala de prensa)

 

Lo específico de la participación de los laicos en la evangelización fue expresado así por el Concilio Vaticano II, en Lumen gentium, 35: “ Cristo, gran Profeta, que con el testimonio de su vida y la fuerza de su palabra, proclamó el Reino del Padre, está cumpliendo su oficio profético hasta la más plena manifestación de la gloria no sólo a través de la Jerarquía, que enseña en Su nombre y con Su poder, sino también a través de los laicos, a quienes, por consiguiente, constituye en testigos y los adorna con el sentido de la fe y con la gracia de la palabra, para que brille la fuerza del Evangelio en la vida cotidiana, familiar y social ”. La capacidad y la responsabilidad evangelizadora –el munus propheticum – de los fieles laicos no deriva de una delegación dada por la Jerarquía, sino directamente de Jesucristo, mediante el Bautismo y la Confirmación.

El sentido de la fe – sensus fidei –, que la Lumen gentium pone como origen inmediato del ejercicio de la función profética de los fieles laicos, es la capacidad que la fe teologal y los dones del Espíritu Santo confieren al creyente para asentir a las verdades reveladas, para discernir con facilidad lo que es conforme o disconforme con esa revelación, para captar sus implicaciones más profundas, no mediante reflexión teológica sino espontáneamente, por una especie de connaturalidad, y para aplicar la fe a la vida. La radicación de la función profética de los laicos en el sensus fidei , pone de relieve también que ésta no es participación en la misión magisterial, propia de la Jerarquía eclesiástica, sino participación directa de la virtus profética de Jesucristo, al mismo tiempo que su ejercicio se realiza “ bajo la guía del sagrado Magisterio ” ( Lumen gentium , 12).

La nueva evangelización es tarea de todos, laicos o ministros sagrados, como la misma misión de la Iglesia. Cada uno la cumple según su propia función en ella, y acompañando siempre su palabra con el testimonio de una coherente vida cristiana

La “ gracia de la palabra ”, a la que se refiere también Lumen gentium , no se refiere sólo ni principalmente a la “gracia” de una palabra simpática o humanamente convincente, sino sobre todo a la asistencia del Espíritu Santo que, sin conferir una autoridad oficial a la palabra evangelizadora de los laicos, la constituye en vehículo de la Palabra de Dios y, como tal, no sólo transmisora de nociones, sino fuerza eficaz en orden a la fe que salva.

La dependencia esencial que la tarea evangelizadora tiene de la fe y de la asistencia del Espíritu Santo, nos remite al imprescindible servicio que sólo los ministros de la Iglesia pueden y deben prestar a los laicos, mediante la predicación de la Palabra de Dios con la autoridad de Cristo, en sus diversas formas, y la celebración de los sacramentos. La Iglesia es, en efecto, un pueblo sacerdotal orgánicamente estructurado, que realiza su misión en el mundo con distinción de funciones, que son a su vez interdependientes.

Flickr: Opus Dei (Sala de prensa)Flickr: Opus Dei (Sala de prensa)

En la vida cotidiana, familiar y social

Es en este contexto de vida ordinaria –como leemos en las ya citadas palabras de la

Lumen gentium

–, donde los fieles laicos ejercitan su propia función evangelizadora. Esto es necesariamente así, porque –en expresión de quien, como afirmó Juan Pablo II, fue precursor del Vaticano II en su doctrina sobre el laicado– “

la específica participación del laico en la misión de la Iglesia consiste precisamente en santificar ab intra –de manera inmediata y directa- las realidades seculares, el orden temporal, el mundo

” (S. Josemaría Escrivá de Balaguer, Conversaciones, 9).

Es en el contexto de la vida ordinaria donde los fieles laicos ejercitan su propia función evangelizadora

La función profética de los laicos, como la de los pastores, es participación del munus propheticum Christi , y Cristo es Revelador y Revelación de Dios, no sólo con sus palabras sino también con todas sus obras. Por esto, y no sólo por una razón de eficacia humana, la evangelización ha de llevarse a cabo con el testimonio de la vida y con la palabra, y la que ejercen los laicos tiene su característica propia –y una especial eficacia– en el hecho de realizarse dentro de las realidades seculares.

En la vida ordinaria, con sus múltiples relaciones familiares, profesionales y sociales, los fieles laicos pueden unir de formas muy diversas el testimonio de su vida y la palabra que anuncia el Evangelio, contribuyendo –cada uno en la medida de sus posibilidades– a informar con el espíritu de Cristo las instituciones sociales, profesionales, los medios de comunicación, etc. Especialmente importante es la transmisión del Evangelio de persona a persona, en el diálogo de amistad sincera, como el fermento en la masa: “ obrando como obraría un fermento ” ( Apostolicam actuositatem , 2).

Flickr: Opus Dei (Sala de prensa)
Flickr: Opus Dei (Sala de prensa)

Este modo de transmitir el Evangelio reviste una particular eficacia, también por responder a una realidad antropológica importante: el diálogo interpersonal, en el que se busca transmitir a otro el bien recibido. Este diálogo apostólico surge con naturalidad cuando existe amistad sincera. No se trata de una instrumentalización de la amistad, sino de hacer partícipes a los amigos del gran bien de la fe en Cristo. Como recordó Benedicto XVI en la homilía del comienzo solemne de su pontificado, “ nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él ” (24 de abril de 2005).

La transmisión del Evangelio exige siempre –más, si cabe, en el diálogo de persona a persona– el respeto de la intimidad y de la libertad de todos; respeto que es una exigencia de la justicia y de la caridad. Lo contrario, pretender imponer las propias convicciones con cualquier tipo de engaño o violencia es, evidentemente, opuesto al espíritu del Evangelio. Ese tipo de proselitismo –el que no respeta la libertad– es del todo inaceptable; sin embargo, el proselitismo en su sentido original propio es no sólo una cosa buena sino una exigencia necesaria de la misión evangelizadora que Jesucristo ha confiado a sus discípulos. De hecho, en ámbito cristiano, la palabra proselitismo ha significado y significa frecuentemente la actividad misionera. Incluso en contextos civiles –jurídicos y políticos– el proselitismo está reconocido positivamente como un componente intrínseco de la libertad religiosa.

Flickr: Opus Dei (Sala de prensa)
Flickr: Opus Dei (Sala de prensa)

 

 

Ante los desafíos de sociedades descristianizadas

La nueva evangelización en países de antigua tradición cristiana se encuentra ante graves, complejos y variados desafíos. El más radical es la difusión del ateísmo en sus diversas expresiones teóricas y la indiferencia religiosa, que están afectando a la fe de no pocos bautizados, produciendo en ellos cuanto menos una pérdida del sentido que la existencia de Dios debería tener en sus vidas. Para afrontarlo, los modos pueden ser muy diversos, pero en cualquier caso es fundamental que cada uno entienda y enseñe que el Evangelio no es sólo ni primariamente un conjunto de verdades y de normas morales: no es un simple sistema de pensamiento y de conducta. El Evangelio es, antes y sobre todo, el mismo Jesucristo (cfr. 1 Co 1, 24).

La existencia de Dios puede conocerse, aunque con dificultad, con la sola razón humana, y en la nueva evangelización convendrá afrontar algunas veces, de un modo u otro, la gran cuestión filosófica de la existencia de Dios. Sin embargo, lo central será dar a conocer a Jesucristo muerto y resucitado, mostrando –al nivel que, en cada caso, sea posible y adecuado– la verdad histórica de su Resurrección, que es la “ demostración ” más decisiva de la existencia de Dios. No es aquí el caso de pretender enumerar tantos otros desafíos, teóricos y prácticos, que se presentan ante la nueva evangelización (lógicamente, no sólo a los laicos sino a toda la Iglesia). Uno más, bastante radical, es la mentalidad relativista en sus múltiples expresiones. En la tarea de evangelización convendrá siempre empezar desde aspectos compartidos sobre los que se pueda instaurar un diálogo sincero. Es el caso, por ejemplo, de la difundida conciencia sobre los derechos humanos. No es difícil hacer ver que, sin reconocer valores absolutos –y en último término a Dios–, no tiene sentido ni siquiera el concepto de derechos humanos; el mismo Derecho, en su totalidad, no pasaría de ser –según la conocida afirmación de Karl Marx– “ un aparato decorativo del poder ”.

Flickr: Opus Dei (Sala de prensa)
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Para afrontar estos y otros desafíos, se precisa una sólida formación doctrinal; pero no es suficiente. La evangelización, el apostolado personal en general, requiere que a la palabra y al diálogo vaya unido el testimonio de una coherente vida cristiana. Para esto, son necesarias, con el fundamento del Bautismo y la fuerza de la Confirmación, una vida sacramental intensa (Eucaristía, Penitencia) y la oración, indispensables para la identificación personal con Jesucristo, que despierte en los laicos su propia responsabilidad apostólica: para que sean conscientes de que –como ha escrito recientemente Benedicto XVI– “ Caritas Christi urget nos (2 Co 5, 14): es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, Él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra (cfr. Mt 28, 19) ” ( Porta fidei, 7 ).

Por Mons. Fernando Ocáriz . Vicario General del Opus Dei. Vice Gran Canciller de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz. Consultor de la Congregación del Clero y del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.

Fuente: https://opusdei.org/es-es/article/los-fieles-laicos-ante-la-nueva-evangelizacion/

Categorías: Laicos

EL MODELO DE LIDERAZGO DE SERVICIO

EL MODELO DE LIDERAZGO DE SERVICIO

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Peter G. Northouse, profesor de comunicación y liderazgo en la Escuela de Comunicación de la Southwestern University de Michigan, en su libro “Leadership. Theory and Practice” (6ªedición),  dedica un capítulo al liderazgo de servicio.

Plantea la paradoja de que en las imágenes que cotidianamente se nos presentan del liderazgo éste se caracteriza por el poder y la influencia que no parece que armonice muy bien con el concepto de servicio.

El término fue acuñado por Robert Greenleaf , actualmente director del Centro Greenleaf de Liderazgo de Servicio, en 1970, y es un enfoque del liderazgo que se centra en los comportamientos. Destaca la importancia de que los líderes sean conscientes de las preocupaciones de sus colaboradores, sientan empatía hacia ellos y colaboren en el desarrollo de todo su potencial, poniendo sus necesidades por delante de las propias. Es un liderazgo ético que busca el servicio a los integrantes de la organización y de la sociedad en general.

Greenleaf lo define como: “El liderazgo de servicio comienza con el sentimiento de que lo más importante para nosotros es servir y que para conseguirlo necesitamos liderar. Para comprobar si lo estamos consiguiendo nos debemos preguntar si las personas a las que servimos crecen y son más libres, autónomas, sabias y sienten la necesidad, por tanto, de servir a los demás también.”

La idea, según su autor, surgió de la lectura de la novela “Viaje al Oriente” de Herman Hesse. Narra la historia de un grupo de viajeros que emprenden un viaje mítico acompañados por un sirviente que realiza las tareas que parecen poco importantes pero que también les apoya con su ánimo positivo y canciones. La presencia del sirviente ejerce un gran impacto en el grupo, ya que cuando éste se pierde y desaparece los viajeros se sienten desprotegidos, desorientados y terminan abandonando el viaje. Sin el sirviente no son capaces de seguir. El verdadero líder del grupo era el sirviente que con sus cuidados desinteresados les guiaba.

Otra de las responsabilidades que destacan Greenleaf y Graham, entre otros, es la de la preocuparse por intentar aliviar la situación de los sectores más desfavorecidos de la sociedad.

Larry Spears, de acuerdo con las ideas de Greenleaf, identifica 10 características que son imprescindibles para el desarrollo del liderazgo de servicio:

1.- Escucha activa. El líder debe comenzar el proceso de comunicación escuchando a sus colaboradores para conocer sus puntos de vista.

2.- Empatía, para llegar a entender lo que piensan y sienten sus seguidores.

3.- Preocupación por el bienestar de sus colaboradores, ayudándoles a superar sus problemas.

4.- Autoconocimiento y consciencia del entorno y del impacto que el líder tiene en él.

5.- Capacidad de persuasión para convencer a los colaboradores y seguidores para que acometan los cambios necesarios, en lugar de utilizar la coacción, aprovechando la utilidad formal.

6.- Habilidad de conceptualización para tener una visión clara del futuro de la organización y de las metas a alcanzar para llegar a él.

7.- Capacidad de predecir el futuro en función de los hechos del presente y del pasado. Tiene un componente ético de responsabilidad sobre posibles errores cometidos al no anticipar lo que de forma razonable se podía esperar que sucediese y haber actuado en consecuencia.

8.- Aceptación de la responsabilidad que implica dirigir una organización o parte de ella y a las personas que en ella prestan sus servicios.

9.- Compromiso con el desarrollo de los profesionales.

10.- Habilidad para facilitar la creación de un sentimiento de comunidad que permita a sus integrantes identificarse con unos valores y sentirse conectados entre ellos, mientras se respeta su individualidad para aportar lo mejo r de cada uno.

Durante tres décadas el liderazgo de servicio se consideró una serie de características dispersas, como las mencionadas, y se consideraba como un enfoque de liderazgo en lugar de una teoría o modelo con mayor base científica. Liden, Wayne , Zhao y Henderson presentaron en 2008 un modelo que incluía tres componentes: antecedentes, comportamientos del líder y resultados obtenidos con este tipo de liderazgo.

I.- ANTECEDENTES:

Tres factores condicionan y tienen impacto en el desarrollo de este tipo de liderazgo:

1.- El contexto y la cultura. El liderazgo de servicio es más fácil que se pueda producir en entornos en los que el trabajo tenga un componente trascendente mayor de cuidados y compromisos con los demás, como el sanitario. La forma de presentación del liderazgo de servicio va a variar, pues, dependiendo de las normas que imperen en cada organización.

La cultura tiene también gran importancia. En aquellas en las que las diferencias jerárquicas son escasas y el poder se reparte de forma equitativa entre las personas de todos los niveles sociales (como las de los países nórdicos) es más fácil que surja el liderazgo de servicio. En los casos en los que la orientación hacia las personas es baja es más complicado su desarrollo.

2.- Atributos del líder. Las cualidades de cada líder van a influir en el proceso de desarrollo de este tipo de liderazgo, ya que las personas diferimos en áreas tales como la inteligencia emocional o el desarrollo moral y estos rasgos van a interactuar en la forma de desempeñar este liderazgo.

3.- La receptividad de los seguidores. La actitud de los mismos es importante. Existen profesionales que consideran este tipo de liderazgo como micromanagement y no quieren tener un líder que les conozca, les guíe o se interese por su desarrollo. Por el contrario si lo aprecian tiene efectos muy beneficiosos sobre el desempeño.

II.- COMPORTAMIENTOS DEL LÍDER:

Los autores destacan las siete competencias y comportamientos siguientes, que coinciden en gran medida con las características planteadas por Spears y Greenleaf:

1.- CAPACIDAD DE CONCEPTUALIZACIÓN que le permite al líder tener una comprensión clara y profunda de la organización, de sus propósitos, complejidades y misión. gracias a ella va a poder, detectar si algo va mal y resolver problemas con creatividad de acuerdo con los objetivos globales de la misma.

2.-INTELIGENCIA EMOCIONAL con sensibilidad para detectar las preocupaciones de los demás y preocupación por obtener su bienestar. Incluye la disponibilidad para ayudar a los demás y para estar a su lado cuando lo necesiten.

3.- DISPOSICIÓN PARA PONER LAS NECESIDADES DE NUESTROS PROFESIONALES POR DELANTE DE LAS NUESTRAS. Es la característica que mejor define el liderazgo de servicio. Significa que nuestras palabras y actos deben demostrar a los colaboradores que sus preocupaciones son una prioridad para nosotros, así como en caso necesario poner sus intereses por encima de los nuestros.

4.- CAPACIDAD DE AYUDAR A LOS COLABORADORES A CRECER Y TRIUNFAR. Implica conocer las aspiraciones de éstos y ayudarles a alcanzarlas. El desarrollo profesional de sus subordinados es una prioridad para el líder.

5.- COMPORTAMIENTO ÉTICO. Significa hacer las cosas correctas de la forma correcta, así como ser honesto, íntegro y justo con sus profesionales y no comprometer sus principios éticos por tener éxito.

6.- «EMPOWERING» o capacidad para dar libertad a sus colaboradores para que actúen de forma independiente, que tomen sus propias decisiones y sean autónomos. De esta forma se comparte el poder al permitirles que tengan el control de sus actuaciones y facilita que adquieran confianza en sus posibilidades.

7.- CAPACIDAD PARA CREAR VALOR PARA LA COMUNIDAD. Este tipo de líderes consiguen aportar valor participando en actividades comunitarias y animando a sus seguidores a que hagan lo mismo y se impliquen en el bienestar de su comunidad o de otras.

III.- RESULTADOS:

Se pueden valorar a tres niveles:

a).- Desarrollo y desempeño de los profesionales: el resultado previsible es que puedan utilizar todo su potencial y se mantengan actualizados, con lo que la productividad aumenta y se incrementan los resultados positivos. Otro efecto es el de que al servir como modelo de un tipo de comportamiento es posible que sus colaboradores imiten y adopten este tipo de liderazgo.

b).- Desempeño organizacional: ejerce un efecto positivo, ya que los profesionales se muestran más dispuestos a comprometerse más allá de con los requerimientos básicos de sus tareas con lo que colaboran al mejor funcionamiento de la organización.

El liderazgo de servicio se ha comprobado que interviene en el funcionamiento de los equipos, aumentando su eficacia al incrementar la confianza de sus integrantes en sus capacidades y al contar con unas directrices claras y con el apoyo del líder para alcanzar los objetivos.

c).- Impacto en la sociedad. No se ha analizado este aspecto en profundidad, pero como hemos comentado el liderazgo de servicio se preocupa por mejorar las condiciones de la sociedad. Un ejemplo de liderazgo de servicio, llevado al extremo, que destacan los autores es el de Teresa de Calcuta y su extraordinaria influencia para cambiar las condiciones de vida de personas sin recursos.

Publicado por Isabel Carrasco en 11:41

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Etiquetas: Liderazgo, Valores

2 comentarios:

  1. Miguel31 de agosto de 2013, 6:20Responder
  2. Este artículo tiene toda la razón y más en lugares que geográficamente estén en pleno desarrollo como Latino América, la imagen del líder perfecto, no encaja con la de una persona servicial, ya que este sencillo aspecto pude ser tomado como debilidad ante sus subordinados.
    Considero que hoy en día, los líderes de las organizaciones inteligentes (empresas del nuevo siglo), deben tener en cuenta que el servicio es una cualidad y no un signo de debilidad, esta cualidad puede ser aprendida y copiada por otros colaboradores y así generar un ambiente ameno para dejar de ser un grupo de trabajo y convertirse en un equipo.
    El simple hecho de ser servicial no es suficiente, deben de enfatizase y propiciarse actitudes éticas fundamentadas en valores, como lo son:
    • La honestidad
    • El respeto
    • La lealtad hacia la empresa y hacia sus compañeros
    • La competitividad legitima
    • La reciprocidad
    • La apertura
    Por otra parte, el papel del líder en la organización funge como detonante para otras personas, es por este detalle que es tan importante proteger este tipo de actitudes y difundirlas como parte de un comportamiento aceptable entre las jerarquías altas, ya que de esta manera se protege la integridad de la empresa y del recurso más importante que tiene una organización, SU RECURSO HUMANO.
  3. Respuestas
  4. Juan Choque13 de octubre de 2018, 4:10
  5. Es increible como un concepto bíblico como es el liderazgo de servicio sea tan bien aprovechado en el liderazgo empresarial y luego de experimentarlo y disfrutarlo, se le niegue el reconocimiento de sus bases.

Fuente: http://clavesliderazgoresponsable.blogspot.com/2013/05/el-modelo-de-liderazgo-de-servicio.html

https://accioncatolicaqueretaro.wordpress.com/wp-content/uploads/2018/12/e803b-lider-doulos.jpg

Categorías: Liderazgo

Acción Católica

Acción Católica

AccCat

La Acción Católica es una comunidad que se percibe como una agrupación de fieles cristianos laicos que, libre y comprometidamente, se vinculan e interaccionan entre sí, para participar en la consecución de un fin y objetivos comunes, con conciencia clara, de pertenencia a la Iglesia.

Los miembros de Acción Católica, están llamados a ser presencia del mundo en la Iglesia y, a su vez, presencia de la Iglesia en el mundo, para vivir inmersos en la problemática social y desde dentro, evangelizarla en comunión con todo el Pueblo de Dios.

Y es en el mundo, el ámbito en el que realiza su vocación cristiana en orden a transformar la sociedad, donde el militante desarrolla su acción apostólica: en los centros de comunicación y participación y en todos los espacios de la sociedad.

La Acción Católica se define pues, como “la participación de los seglares en el apostolado jerárquico de la Iglesia”, por lo tanto es de la misma naturaleza que el apostolado de la Jerarquía, una acción “no de orden material sino espiritual; no de orden terreno, sino eclesial; no político sino religioso”.

Sin embargo es verdaderamente “una acción social”, porque se propone dilatar el Reino de Jesucristo… Se la puede definir más ampliamente: la unión de las fuerzas católicas organizadas para la afirmación, la difusión, la actualización y la defensa de los principios católicos en la vida individual, familiar y social.

Historia

El desarrollo histórico de la Acción Católica en el mundo va ligado a la evolución del apostolado y del concepto “acción católica”, según el pensamiento de los papas.

Pío IX promueve en el apostolado la idea de “unión de los católicos” para ir coordinando los esfuerzos de todos los seglares.

Pío X busca la reunión de todas las obras seglares en un sólo movimiento que llama Acción Católica”.

Benedicto XV propone y realiza la Acción Católica en forma unitaria, creando las juntas directivas en los planos diocesanos para imprimir cohesión a los grupos parroquiales. Señala con claridad el carácter apostólico eclesial de la Acción Católica para distinguirlo del de otras instituciones de carácter meramente temporal”.

Esta evolución del pensamiento de la Acción Católica y las varias formas organizativas de la Acción Católica Italiana, creadas bajo la inspiración de los distintos pontífices, influyeron en las líneas programáticas, en la estructura del apostolado de cada país y, en concreto, sobre la Acción Católica.

Pío XI da el impulso definitivo a la Acción Católica mediante el magisterio que llega a todo el mundo. La define como “la participación y colaboración de los seglares en el apostolado jerárquico de la Iglesia”.

Urgió la necesidad de la Acción Católica; afirmó su obligatoriedad y la propuso como parte integrante de la pastoral.
Llegó a calificarla como “la Asociación Oficial del apostolado seglar.

Varios obispos hablan sobre la naturaleza de la AC; su valiosa aportación a la Iglesia y a la sociedad; sobre la formación de los militantes, y de la relación de la AC con otras asociaciones apostólicas.

Misión evangelizadora de la A.C.

El fin de la Acción Católica es “proclamar la BUENA NUEVA”, fin propio de la misma Iglesia.

La Acción Católica tiene el mismo fin que el Apostolado de la Jerarquía, y por lo mismo: “la salvación de las almas, la difusión del Reino de Jesucristo”
Como fin inmediato y como condición “sine qua non”, para realizar el fin indicado, la Acción Católica tiende a la formación de las conciencias: formación profundamente cristiano.. formación completa que abarca toda la vida del hombre.

La Acción Católica, en una palabra, tiene por fin formar conciencias tan exquisitamente cristianas, que sepan a cada momento, y en todas las situaciones de la vida privada o publica, encontrar o por lo menos entender y aplicar la solución cristiana de los múltiples problemas que se presentan en una y en otra condición de la vida.

 

Fuente: https://notasxc.wordpress.com/2015/03/28/accion-catolica/

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