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Teología Pastoral

Teología Pastoral

Fuente: http://www.catequesis.net

1.1 –¿Qué es la Teología pastoral?

La palabra Pastoral se usa en la Iglesia para casi todo, está tan extendido el uso que queda totalmente desdibujado su contorno y vacío su contenido, pero tenemos que utilizarla para dar actualidad a nuestro lenguaje y a nuestra comprensión teológica.

Puede darse también que el término pastoral no aparezca unido a teología, sino todo lo contrario, como con cierto antagonismo. Serían dos puntos de enfoque distintos, el teológico, como reflexión especulativa y el pastoral, que clarifica la practica de la Iglesia.

La palabra pastoral, hace referencia a la práctica y a la acción de la vida de la Iglesia. La empleamos para referirnos al trabajo que desarrollamos dentro de la Iglesia. Las distintas acciones de la Iglesia serían los distintos campos de la pastoral. Podríamos decir que la Teología dogmática eclesiológica se refiere al ser de la Iglesia y la Teología Pastoral a la acción de la misma y a la tarea de cada día.

El término pastoral lo vamos a usar en tres niveles sucesivos:

 

  1. a) Pastoral fundamental

Es el nivel de la reflexión sobre la acción pastoral de la Iglesia, se fija en la acción en si misma. Este primer nivel está íntimamente unido a la eclesiología. Las raíces de la pastoral fundamental son eclesiológicas. Hay una íntima relación entre la pastoral y la eclesiología. Esta es la relación profunda que hay en el Vaticano II entre la Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, y la Constitución pastoral de la Iglesia en el mundo actual, Gaudium et spes.

En este nivel de la pastoral fundamental se profundiza en las referencias o criterios básicos:

– Continuidad con la misión de Jesucristo

– Camino hacia el reino

– Presencia y misión en el mundo.

 

  1. b) Pastoral especial

Contrasta la acción pastoral en si (fundamental) y su realización histórica, con una metodología propia:

– Valoración de la acción eclesial concreta, contrastándola con los criterios básicos de la pastoral. Es un primer paso de análisis teológico.

– Análisis crítico y dinámico de la realidad de la acción pastoral. Mirar la tensión que hay entre el deber ser y el ser. La proyección de situaciones nuevas

– Imperativos de la acción que posibilitan el paso del ser al deber ser. No se trata de acciones concretas, sino más bien de líneas de acción

  1. c) Pastoral aplicada

Pasamos del pensamiento a la acción. Su campo ya no son los estudios teológicos, sino la vida concreta de la Iglesia. Este es el uso común del término pastoral, al que se llega dando los pasos anteriores. Es aquí donde entran en juego los agentes pastorales, que no son teólogos pastorales, pero que están íntimamente relacionados con ellos, como lo está la Teología con la acción

 

CONCLUSIÓN

La Teología Pastoral tiene:

Un ámbito que son los estudios teológicos.

Unas referencias

– próxima, la eclesiología

– última, la fe de la Iglesia

Un objeto la acción de la Iglesia en dos campos:

– la acción considerada en si misma

– sus realizaciones concretas, históticas Un método

– análisis de la situación concreta eclesial

– proyección de una situación nueva

– imperativos básicos de la acción

Unas ayudas las ciencias auxiliares que nos ayudan a conocer mejor la realidad.

Dos finalidades

– próxima: iluminar la práctica eclesial concreta

– última: servir a la misión de la Iglesia

 

1.2 – RAICES ECLESIOLÓGICAS DE LA TEOLOGÍA PASTORAL

Nos encontramos todavía en el tiempo de recepción del Concilio Vaticano II, sus ideas claves no son aún patrimonio teórico y práctico de todos los miembros de la Iglesia. Se pasa de una visión de la Iglesia centrípeta a una centrífuga; de una Iglesia de cristiandad a una Iglesia de misión

1.2.1 – Tres referencias obligadas

CRISTO “Cristo es la luz de los pueblos” (LG 1). La Iglesia está en continuidad con el misterio de Cristo, Encamación-Muerte-Resurrección, es una parte de ese misterio.

Esto tiene unas consecuencias pastorales, la Iglesia no es dueña de su acción, ni “libre” a la hora de señalarla. Toda la acción pastoral la comprendemos a la luz de la misión de Cristo que la Iglesia continúa.

EL REINO hay que distinguir entre la Iglesia y el Reino. La Iglesia es el sacramento de la salvación definitiva y total del hombre y del mundo que se ha manifestado en Cristo y que será realidad plena y gozosa para todos en le Reino de Dios. La Iglesia está al servicio del Reino; la Iglesia peregrina, camina hacia el Reino, es una realidad inacabada.

Sus consecuencias pastorales se derivan de cómo vivamos esta tensión hacia el Reino. Así la Iglesia lo anuncia (Evangelización – Palabra), lo instaura (comunión – servicio), lo celebra (sacramentos – liturgia).

La Iglesia es dinámica, se edifica continuamente; se renueva, revisando su acción pastoral. Consciente de que el Reino siempre está “mas allá” de ella misma, por lo que ha de estar abierta a las realidades de este mundo, a los signos de los tiempos

EL MUNDO la misión de Cristo tiene unos destinatarios, los hombres y mujeres de este mundo, sin los cuales la Iglesia no se puede entender. La Iglesia “está en el mundo, pero no pertenece a este mundo” (Cf. Jn 17), está al servicio del Reino y del mundo, para que este se salve.

Como consecuencia pastoral de esta referencia al mundo está el tema de la inculturación. Los elementos culturales son los vehículos de expresión de esta salvación que el Reino trae. La Iglesia asume la cultura pero no se identifica con ella.

1.2.2 – Otros temas eclesionógicos

El Pueblo de Dios como el protagonista de la totalidad de la acción pastoral de la Iglesia. De lo que se desprende:

– La centralidad del Bautismo, que da la igualdad esencial de todos los miembros de la Iglesia

– La corresponsabilidad en la misión, en la Iglesia no hay sujetos pasivos

– La realidad de los carismas y los ministerios, la unidad en la pluralidad

Sacramento universal de salvación

– La descentralización de la Iglesia

– Su ser para el mundo

– La importancia de todo lo visible en la vida de la Iglesia

– La salvación como una realidad ya presente que tiende a la planificación en el

futuro. La Iglesia no solo anuncia la salvación, sino que ya la contiene

La eclesiología de la Iglesia local: la Iglesia local (la diócesis) es el lugar donde

emerge y se hace visible todo el ser de la Iglesia, como consecuencia:

– La referencia diocesana es un criterio de veracidad de toda acción pastoral

– Hay una mirada universalista (católica), de comunión de todas las Iglesias

– Se contempla al ministerio episcopal, como cabeza pastoral de la Iglesia

 

1.3 – CRITERIOS DE ACCIÓN PASTORAL

Toda acción pastoral de la Iglesia tiene un origen (Cristo), una dirección (El Reino) y unos destinatarios (el Mundo). Estos criterios, que nacen de las raíces eclesiológicas de la acción pastoral, aseguran la identidad eclesial de nuestras acciones y son comunes para todas. Es lo que da veracidad a nuestra pastoral

1.3.1 – Continuidad con la misión de Jesucristo

Criterio Teándrico En Cristo se unen la naturaleza divina y la humana. La Iglesia está en continuidad con la misión de Jesucristo, pero no en continuidad con su ser. Podíamos decir, que en la acción pastoral de la Iglesia se mezclan la acción divina y la acción humana, de una forma análoga como se dan en Cristo. Dios sigue realizando sus planes a través de la Iglesia, que le secunda.

Algunas consecuencias:

– Confianza y esperanza en que Dios sigue actuando mediante su Espíritu

– No manipular a Dios, dejarle a El el protagonismo

– Confrontar la acción pastoral con la acción de Dios, en su Revelación

– Actitud orante y celebrativa

 

Criterio Sacramental La Iglesia, Sacramento de salvación, continúa en el mundo la mediación sacramental de Cristo. La Iglesia es el Cuerpo de Cristo que hace posible su sacramentalidad por la acción del Espíritu. En toda realidad sacramental se da una parte invisible (la acción del Espíritu) y una visible (formas, estructuras, esquemas…). Hay que saber conjugar lo visible y lo invisible

La acción pastoral, no solo significa la salvación sino que también la realiza, en continuidad con Cristo y por la acción del Espíritu

Criterio de conversión “Llevamos este tesoro en vasos de barro” (2Cor 4,7). Nuestra acción pastoral lleva consigo la pequeñez, el pecado, la contingencia… fruto de nuestra libertad. La Iglesia es santa y a la vez pecadora. El pecado no es una nota de la Iglesia, pero si una realidad con la que hay que contar; de ahí la constante necesidad de conversión.

– No absolutizar nuestra acción pastoral, sino confrontarla continuamente con el que es su paradigma, su ideal y su Señor. No toda acción pastoral muestra la santidad de Dios, a veces confundimos la voluntad de Dios con la nuestra.

– Tener siempre una dinámica de conversión

 

1.3.2 – El camino hacia el Reino

 

Historicidad El pueblo de Dios, que peregrina en esta tierra, tiene una dinámica

histórica, viviendo siempre en tensión hacia el Reino.

– Siempre partimos de una situación dada y estamos en camino hacia una situación esperada, la llamada “pastoral de mantenimiento” es infiel con el ser de la Iglesia.

– La capacidad de otear la historia siempre ha tenido en la Iglesia un ministerio: los profetas

– Necesidad de hacer objetivos a largo plazo para no ir a remolque de la historia

 

Apertura a los signos de los tiempos “Para cumplir esta misión es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas. Es necesario por ello conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y e/sesgo dramático que con frecuencia le caracteriza” (GS.4)

Los valores del Reino no se encierran solo en los límites visibles de la Iglesia.

– Lectura creyente de la realidad desde el Evangelio donde se disciernen los signos y los contrasignos del Reino

– Plantearnos continuamente: ¿A qué nos llama Dios en el hoy?

– Es necesario:

– actitud de apertura al mundo

– valoración de este como lugar de la presencia incipiente del Reino

– postura crítica, ante el mundo y ante nuestras propias acciones

Universalidad La universalidad de la salvación es un imperativo de la acción pastoral, pues la acción del Espíritu de Cristo Resucitado no conoce fronteras.

– Tener conciencia de que la Iglesia tiene capacidad de encarnarse (evangelizar) en todas las culturas

– De aquí nace el impulso misionero

– El gran signo de la universalidad es la acogida de los pobres y los últimos

 

1.3.3 – Presencia y misión en el mundo

Diálogo La pastoral se entiende como palabra dirigida al mundo que actualiza la Palabra hecha carne para nuestra salvación.

– El paradigma de este diálogo es la Revelación: la iniciativa es de Dios y surge del amor, no se impone, es para todos y es progresiva (la Iglesia acompaña al hombre y al mundo)

– El diálogo con el mundo presupone el diálogo interior en la Iglesia

 

Encarnación La encamación de Jesucristo y su prolongación, en el Espíritu, en la Iglesia, implica el aspecto cultural al que denominamos inculturación

– La separación entre la fe y la cultura es el gran drama de este mundo.

“Este esfuerzo supondrá en los responsables de la evangelización: 1) una actitud de acogida y de discernimiento crítico; 2) la capacidad de percibir las expectativas espirituales y las aspiraciones humanas de las nuevas culturas; 3) la aptitud para el análisis cultural en orden a un encuentro efectivo con el mundo moderno” (Juan Pablo II “.Discurso en la Universidad Complutense, 1982)

Misión La Iglesia ha sido enviada, por la recepción del Espíritu Santo, a continuar entre los hombres lo que histórica y temporalmente vino ha hacer Jesús. La misión es lo que identifica a la Iglesia, “Ella existe para evangelizar” (EN 14)

– Revalorizar el concepto de misión en la Iglesia, esta es necesaria para todos sus

miembros

– Necesidad de una pastoral de conjunto que conjugue la unidad en tomo a la misión con el pluralismo

– Distribución de la acción pastoral entre todos

– La misión conduce hacia la comunión.

 

ALGUNAS NOCIONES DE EVANGELIZACIÓN

“Evangelizar es, ante todo, dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios, revelado en Jesucristo mediante el Espíritu Santo. Testimoniar que ha amado al mundo en su Hijo; que en su Verbo encarnado a dado a todas las cosas su ser, y ha llamado a los hombres a la vida eterna (…) La evangelización también debe contener siempre — como base, centro y a la vez cumbre de su dinamismo- una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios” (EN, 26-2 7)

“Evangelización es el proceso total mediante el que la Iglesia:

– Anuncia al mundo el Evangelio del Reino de Dios;

– da testimonio entre los hombres de la mueva manera de ser y de vivir que él imnagura;

– educa en la fe a los que se convierten a él;

– celebra en la comunidad mediante los sacramentos la presencia de Jesucristo y el don del Espíritu;

– impregna y transforma con su fuerza todo el orden temporal”

(COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS, La catequesis de la Comunidad, Madrid 1983).

“Evangelizar es ofrecer una Buena Noticia que se presenta a si misma como el principio mas hondo y decisivo de salvación para el hombre. Esa Buena Noticia consiste, en definitiva, en que Jesús, el Cristo, que pasó por el mundo haciendo el bien y que fue crucificado, está vivo, presente y operante en los creyentes de la comunidad cristiana y es la forme de vida de esta comunidad y de sus miembros. A través de ellos, El es capaz de incidir en la sociedad donde esta comunidad cristiana está inserta, de tal forma que también los de “fuera de la comunidad” puedan llegar a percibir que el Reino de Dios está cerca.

Esta presencia de Cristo con los suyos, creadora de cófnunión, aparece como el cumplimiento de las promesas, y de las figuras o anticipos que a los largo de la historia recibía la humanidad por parte de Dios. La persona y obra de Jesús, entregado a la muerte para que de él brote la vida para todos, da pleno sentido a todos los ensayos de plenitud que el hombre ha recibido o realizado en la historia, y al mismo tiempo es la síntesis de todos ellos. (Evangelización y hombre de hoy. Madrid, 1986)

EL PROCESO EVANGELIZADOR

El desarrollo de la vida de fe sigue un proceso gradual. Es necesario que alguien- ayudado por la gracia del Espíritu santo, naturalmente – le ayude a despertar a la vida de la fe, ponga en marcha el dinamismo de la fe (acción misionera). Después vendrá quien le ayudará a dar cuerpo a ese primer brote, a proporcionarle unas raíces serias, de forma que se asiente una vida cristiana (acción catequética). Por último en la vida de la comunidad, la vida sacramental, el compartir, el apoyo comunitario, los compromisos que adquiera como cristiano, las catequesis ocasionales, etc., harán que de esa vida de fe, ya cimentada, vaya madurando mas y mas (acción pastoral o vida de la comunidad).

La acción misionera

Como en todas las cosas, lo difícil es siempre arrancar con fuerza, suscitar en una persona alejada seriamente de la fe la simpatía y el interés por dicha fe. Cuando uno pretende poner en marcha el automóvil, si el motor de arranque no da la señal, no hay nada que hacer. Ese primer impulso del motor es clave es clave en la puesta en marcha del automóvil, del mismo modo que es clave ese primer chispazo que pone en marcha todo el proceso dinámico de la fe en la persona. ¿Cómo conseguir eso en un no creyente, en un indiferente, en un alejado? ¿Quién y cuándo lo puede hacer?

Esto es lo que propiamente busca la acción misionera, ese primer peldaño o nivel de la evangelización: suscitar en alejados, indiferente o agnósticos, la pregunta y el interés por la noticia del evangelio. Esto, naturalmente, lo deben hacer los que están en contacto con ellos., estos raramente vienen a la comunidad. La auténtica acción misionera es ir a donde ellos viven, trabajan y se divierten…; y eso lo pueden hacer laicos que viven su fe gozosa y adultamente, en medio de ellos. Evidentemente el trabajo de esos laicos debe ser apoyado por el testimonio de una comunidad que vive lo que ellos anuncian; y por la actuación decididamente misionera, de los sacerdotes de la comunidad en los encuentros y celebraciones a los que acuden ocasionalmente estos alejados de la fe.

La acción misionera es muy difícil porque es necesario hacerla con obras y palabras, refrendadas de alguna manera, por el testimonio personal en contracorriente con las tendencias – actitudes y valores – del mundo moderno. La acción misionera es difícil pero absolutamente necesaria para que pueda realizarse la evangelización.

– No cabe esperar frutos de una planta que no ha entrado en la tierra, decía Jesús. Estamos catequizando a niños que no han despertado al mundo de

Dios; para quienes Jesucristo, o es un desconocido o no es una persona que les atrae.

– Estamos catequizando a adolescentes sin haber suscitado antes en ellos esa

“chispa” o interés vivo – “tocados” – por acercarse a Jesucristo.

– Los encuentros que con motivo del Bautismo o de la Primera Comunión de sus hijos, celebramos con adultos – muchos de ellos alejados de la fe – no producen ese interés, esa “buena noticia” que les impulse a continuar mas tarde buscando la fe. Como consecuencia seguimos convocando a la catequesis de adultos a “los de siempre”, a los que viven con un cierto gusto la fe y aceptan con interés cualquier oferta que en ese sentido se les hace

La acción misionera s vital para que la comunidad se regenere, se rejuvenezca con nuevos miembros. Una comunidad donde ella no funciona bien, se acartona, pierde juventud, ilusión, vida. Por otra parte la catequesis con gente que no ha sido bien misionada, no penetra en lo profundo de la persona, no cala.

La acción categuética

La acción catequética sigue a la acción misionera, y trata de dar una buena cimentación, unas buenas raíces, una estructura básica cristiana, a quien viene interesado por la noticia del Evangelio: lo vincula a Jesucristo, hace de él un pequeño discípulo.

La acción catequética es, así, el segundo peldaño o etapa de la evangelización. El palabras de Juan Pablo II: “La catequesis es una etapa – y cuán señalada – del proceso total de la evangelización” (CT 18). Pablo VI decía: “La evangelización abarca la totalidad de la acción de la Iglesia. En realidad ella existe para evangelizar” (EN 14). El evangelizado es aquel que ha oído el Evangelio y lo vive, lo celebra y lo testimonia. Y para todo ello es muy importante la catequesis, que es quien da a la persona el esqueleto de la vida cristiana.

Por eso la catequesis no es una acción mas entre las acciones de la Iglesia. Juan Pablo decía: “El crecimiento interno de la Iglesia depende esencialmente de la catequesis “(CT 13). Mas adelante exhortaba a los obispos: “Tened la seguridad de que si funciona bien la catequesis en las Iglesias locales, todo el resto resulta mas fácil” (CT 63). En todas las áreas de la vida, aquella acción encargada de asegurar unas bases, un estilo, una madurez suficiente como para valerse por si mismo y comenzar a “funcionar’, es una acción clave.

En las parroquias comenzamos a catequizar a los niños; pero no es suficiente dicha catequesis para asegurar en un creyente una estructura básica cristiana. Por eso volvemos a catequizarle en la adolescencia-juventud, haciendo coincidir la profesión personal de la fe con la Confirmación. Si este trabajo está acompañado con una buena pastoral juvenil posconfirmación, es de esperar que esos jóvenes adquieran ya un saber ser y vivir como cristianos y, a menos que más tarde se produzca en ellos una crisis-vacío religioso serio, ya no necesita nuevamente ser catequizado. Su fe está suficientemente enraizada. Pero son pocos los jóvenes que llegan a este nivel; y en la edad adulta una gran mayoría necesitará pasar de nuevo por una catequesis sistemática, que termine su iniciación-fundamentación cristiana.

La acción pastoral

Con todo lo importante que pueda parecer una catequesis, esta no asegura nada más que una madurez inicial en la fe. A la catequesis no se la puede pedir más de lo que puede dar en sí. La catequesis da unos cimientos sólidos, pero luego hay que construir sobre ellos. Para eso está la acción pastoral o vida de la comunidad, con la vida sacramental, los compromisos apostólicos, los grupos de oración, escuelas de teología, grupos de reflexión, encuentros comunitanos…

Sabemos todos, por experiencia, la importancia que tiene cuidar la continuidad de un esfuerzo pedagógico, en este caso catequético. Aún cuando un catequizando debería tener una cierta madurez, la experiencia nos demuestra que si .os catequizandos no son bien acogidos y acompañados de cerca en la vida de la comunidad, esa vida empieza a languidecer hasta llegar, a veces, hasta desaparecer. De ahí la importancia de estudiar bien el “tiempo libre” que sigue a la catequesis infantil, la posconfirmación etc. Muchos adultos quedan totalmente defraudados porque no encuentran en su comunidad parroquial el nivel de comunidad, celebración, exigencia, comunicación, etc. que experimentaron durante el proceso de catequización

Acción misionera, acción catequética y acción pastoral, son tres momentos del único proceso evangelizador. Allí donde la Iglesia se está implantando – Iglesia jóvenes con hombres y mujeres que se bautizan en edad adulta, como son las llamadas popularmente “tierras de misión” – se da una sucesión, hasta cronológica de estos tres momentos. En nuestro entorno, donde estamos catequizando a cristianos ya bautizados, la situación es mucho mas compleja; muchas veces aprovechamos la sacramentalización para hacer un anuncio misionero; la misma catequesis, sobre todo en los primeros años de la infancia o de la adolescencia, nos vemos obligados a transformarla mas en un anuncio misionero que en una catequesis propiamente dicha.

Lo que cuenta es tomar conciencia de la necesidad y complementariedad de las tres acciones o etapas para una comunidad: No es fácil hablar de prioridades; de hacerlo, debería ser únicamente de forma referencial; y, en tal caso, habría que conceder a la catequesis la prioridad referencial, ya que como dice Juan Pablo II:

“Cuanto mas se capaz la Iglesia de dar prioridad a la catequesis, mas encontrará en ella una consolidación de su vida interna como comunidad creyente (será una comunidad viva) y de su actividad externa como misionera” (CT 15). La comunidad contará con hombres y mujeres que misionen testimonialmente en su entorno vital.

 

 

 

 

 

TEMA 2: LA EVANGELIZACIÓN, ACCIÓN DE LA IGLESIA

2.1 -INTRODUCCIÓN

Hoy difícilmente podemos hablar de la pastoral de la Iglesia sin decir varias veces que ha de ser evangelizadora. En 1975 el papa Pablo VI escribe la Evangelii nuntiandi Juan Pablo II hace continuas alusiones a la Nueva evangelización, los obispos españoles proponen la evangelización como acción prioritaria de la Iglesia en los planes de la Conferencia Episcopal; el congreso de Evangelización y hombre de hoy y unos años después la parroquia evangelizadora; van desarrollando una línea en la vida de la Iglesia ¿por qué tanto empeño en el tema de la evangelización?

Plantearse la evangelización es plantearse el ser y la misión de la Iglesia. Decir que la evangelización es una acción prioritaria, es decir que la Iglesia debe ser Iglesia y realizar fielmente su tai-ea, a la vez que estamos constatando desde la necesidad y la urgencia de su planteamiento que algo está fallando en esta fidelidad.

Al planteamos la evangelización, no solo nos planteamos su contenido, sino el cómo, el cuando, los métodos y los medios, las implicaciones de la misma evangelización. Es hacemos la pregunta sobre el ser y el obrar de la misma Iglesia

 

 

 

2.2 – NOCIÓN DE EVANGELIZACIÓN

La evangelización, tal y como hoy la entendemos, es el contenido de la misión de la Iglesia. Su origen y su esencia proceden del paralelismo entre la Iglesia y Cristo. Si la misión de Cristo fue traer la buena noticia del Reino a todos los hombres, la Iglesia vive para continuar su anuncio en medio de nuestro mundo: anuncia a Cristo, de Cristo vive, en Cristo espera. Cristo es el contenido de su misión y lo que ella aporta al mundo.

También el concepto de evangelización está caracterizado por la presencia actuante del Espíritu del Resucitado. El Espíritu hace vivir a la Iglesia, la impulsa a su misión, transforma el corazón de los hombres, ayuda a instaurar un mundo nuevo en el que estén presentes los valores del Reino mientras peregrinamos hacia la plenitud.

 

ALGUNAS NOCIONES DE EVANGELIZACIÓN

 

“Evangelizar es, ante todo, dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios, revelado en Jesucristo mediante el Espíritu Santo. Testimoniar que ha amado al mundo en su Hijo; que en su Verbo encamado a dado a todas las cosas su ser, y ha llamado a los hombres a la vida eterna(…) La evangelización también debe contener siempre — como base, centro y a la vez cumbre de su dinamismo- una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios” (EN, 26-2 7)

“Evangelización es el proceso total mediante el que la Iglesia:

– Anuncia al mundo el Evangelio del Reino de Dios;

– da testimonio entre los hombres de la mueva manera de ser y de vivir que él imnagura;

– educa en la fe a los que se convierten a él;

– celebra en la comunidad mediante los sacramentos la presencia de Jesucristo y el don del Espíritu;

– impregna y transforma con su fuerza todo el orden temporal”

(COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS, La catequesis de la Comunidad, Madrid 1983).

“Evangelizar es ofrecer una Buena Noticia que se presenta a si misma como el principio mas hondo y decisivo de salvación para el hombre. Esa Buena Noticia consiste, en definitiva, en que Jesús, el Cristo, que pasó por el mundo haciendo el bien y que fue crucificado, está vivo, presente y operante en los creyentes de la comunidad cristiana y es la forme de vida de esta comunidad y de sus miembros. A través de ellos, EJ es capaz de incidir en la sociedad donde esta comunidad cristiana está inserta, de tal forma que también los de “fuera de la comunidad” puedan llegar a percibir que el Reino de Dios está cerca.

Esta presencia de Cristo con los suyos, creadora de comunión, aparece como el cumplimiento de las promesas, y de las “figuras” o anticipos que a los largo de la historia recibía la humanidad por parte de Dios. La persona y obra de Jesús, entregado a la muerte para que de él brote la vida para todos, da pleno sentido a todos los ensayos de plenitud que el hombre ha recibido o realizado en la historia, y al mismo tiempo es la síntesis de todos ellos. (Evangelización y hombre de hoy. Madrid, 1986)

Si viéramos la evangelización desde el punto de vista del que la recibe,

diríamos que un hombre está evangelizado cuando:

– responde a la evangelización con la fe, como respuesta libre y comprometida al

ofrecimiento que Dios nos hace;

– responde a la evangelización con la conversión, que implica encamar el sentido y las actitudes fundamentales de la vida de Jesucristo;

– responde en la vida con la adhesión a la Iglesia, lugar fundamental de su presencia resucitada en el mundo y de compartir su vida y la de los otros creyentes en la comunidad y en la celebración de los sacramentos;

– responde a la evangelización con su acción transformadora del mundo desde aquel en el que cree.

 

2.3 – EVANGELIZACIÓN E IGLESIA

 

Evangelii nuntiandi se detiene de un modo especial en mostrar la relación estrecha que existe entre la evangelización y la Iglesia (EN 15):

– La Iglesias nace de la acción evangelizadora de Jesús.

– La Iglesia es enviada por El a evangelizar. La misión recibida del Padre continúa en la Iglesia gracias a la donación del Espíritu.

– La Iglesia comienza por evangelizarse a si misma. El evangelio es en el interior de la Iglesia fuente de su misión, criterio de su actuación, pauta para su autocrítica, exigencia de conversión. “La Iglesia siempre tiene necesidad de ser evangelizada, si quiere conservar su frescor, su impulso y su fuerza para anunciar el evangelio”

– La Iglesia es depositaria de la Buena Nueva que debe ser anunciada. “El contenido del evangelio, y por consiguiente, de la evangelización ella lo conserva como un depósito viviente y precioso, no para tenerlo escondido, sino para comunicado”

– La Iglesia misma envía a los evangelizadores. Todo miembro de la Iglesia, por el mero hecho de pertenecer a ella, un evangelizador.

Para que la Iglesia pueda llevara a cabo su misión evangelizadora, es necesario que se cumplan una serie de exigencias que la misma evangelización lleva consigo:

– Es imprescindible que la Iglesia autentifique con la verdad de su testimonio aquello que anuncia

– Es necesario el anuncio explícito del contenido central de su evangelización. Hasta que esto no se de, solo podemos hablar de preevangelización.

– La evangelización no tiende a la transmisión de conocimientos y saberes, sino a la adhesión personal y comunitaria a Cristo.

– La evangelización ha de ser verificada también por los signos concretos de quienes evangelizan, entre los que destacan la transformación y promoción del hombre.

– La evangelización se muestra auténtica cuando aquel que ha sido evangelizado comienza a su vez a evangelizar, no se puede separar la fe del testimonio. Todo encuentro con el resucitado se manifiesta en el testimonio que se da de él.

 

2.4 ETAPAS DE LA EVANGELIZACIÓN

 

La evangelización no es un fenómeno que se produzca automáticamente, sino un proceso continuo en la vida de los creyentes, que dura toda la vida. Se distinguen tres etapas fundamentales (Anexo 1):

– la acción misionera (con los no creyentes)

– la acción catecumenal (con los recién convertidos)

– la acción pastoral (con los fieles de la comunidad)

Estas tres etapas son consecutivas y evangelizadoras cada una. Pero es difícil que en la realidad de nuestra Iglesia se den de una manera ordenada. Se nace dentro de una fe, se recibe el bautismo antes del proceso catecumenal, hay una dispersión de la iniciación cristiana… En la pastoral actual, interesan de una manera especial las dos primeras etapas. La acción pastoral se identifica claramente con la acción eclesial y la acción misionera y catecumenal ponen las bases para la misión de la Iglesia y para cada una de sus acciones.

 

2.4.1 – La acción misionera

 

Es la acción evangelizadora destinada a aquellos que no conocen el evangelio y que tiene como finalidad la conversión, o la aceptación global de Cristo. Esta acción, en teoría, tendría que desembocar en la iniciación cristiana.

Tres situaciones distintas engloban el concepto de misión:

– Pueblos, contextos culturales, grupos humanos, donde Cristo y su Evangelio no se conocen o faltan comunidades cristianas maduras. A estas situaciones se responde con la misión “ad gentes”.

– Grupos de bautizados que han perdido el sentido vivo de la fe o no se

reconocen miembros de la Iglesia, viven alejados de Cristo y de su Evangelio. Para estas situaciones hablemos de Nueva Evangelización o reevangelización.

– Comunidades cristianas vivas que irradian testimonio cristino, en las cuales la misión se realiza mediante la acción pastoral de la Iglesia.

La acción misionera se desarrolla, ante todo, por el testimonio de la vida cristiana en medio del mundo y comprende tanto las acciones de los creyentes como las palabras en su unidad: acciones que muestran la verdad de las palabras y palabras que aclaran el sentido y la razón de estas acciones.

Por eso, son agentes de esta acción todos los cristianos que, allí donde estén, en el momento del proceso evangelizador en el que se encuentren, con sus acciones y sus palabras han de ser el primer anuncio del evangelio para los hombres con los que viven.

El lugar de esta acción misionera se encuentra en los distintos ambientes en la que los hombres desarrollan la totalidad de su existencia. El evangelio ha de impregnar las distintas estructuras humanas. El mundo entero, con sus estructuras y con sus hombres, es campo para la misión de la Iglesia.

 

CARACTERÍSTICAS QUE LA DEFINEN

– La realidad, la urgencia y la necesidad de la misión para la vida de la Iglesia

– Sus agentes son todos los bautizados “Se está afianzando una conciencia nueva: la misión atañe a todos los cristianos” (RM 2)

– La acción misionera de la Iglesia es un imperativo de su misma comunión

– Este anuncio del evangelio no es distinto de la invitación a formar parte de la comunidad cristiana, sino que se identifica con ella.

– La acción misionera concluye cuando las personas a las que va dirigida, libremente, dan la adhesión de su fe al evangelio recibido y convierten desde él su vida

– La fuerza del Espíritu es el fundamento de la misión

– Los medios para llevar acabo la misión son las obras de todos los creyentes, los signos de la misión de la Iglesia, y la palabra que da razón de lo que la Iglesia hace. “Muchos piensan que la proclamación explícita del Evangelio ya estaría superada, ya que vivimos en un ambiente dominado por/a ortopáxis, la libertad y la permisividad. Hay quien piensan que la tarea pastoral debe educirse dar testimonio de una vida auténtica, ya que la predicación directa podría ser considerado como un atentado contra la libertad de las conciencias” (Dhavamony, M).

– Comporta un querer al hombre de hoy, conocerlo, comprenderlo, apreciando y valorando “todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y digno de elogio” (Filp 4,8)

 

DIFICULTADES ACTUALES

 

– Procedentes de nuestra propia historia

– Falta de testimonio cristiano

– separación de fe y de cultura, o identificación de la fe con una única cultura

– Falta de diálogo con las situaciones nuevas

– La situación misma en el interior de la Iglesia y de nuestras comunidades:

Misiones, faltas de comunión, pasividad, descristianización de los que celebran los sacramentos…

– Procedentes de la situación actual

– Una cultura que no se abra a la trascendencia

– Fragmentación de la cultura que impide una visión unitaria del hombre y de su actividad

– Concepto secularizado de la liberación, en el que el hombre se conforma con pequeños logros

– Absolutización del presente, fruto de una dificultad cultural en encontrar futuro (carpe dien – sálvese el que pueda)

– lndividualismo que hace que el hombre se esconda en su egoísmo, a la vez que desconfía del otro

 

2.4.2 – la acción catecumenal

 

Es aquella acción por la que, quien se ha convertido y aceptado la fe es introducido en la Iglesia por medio de la catequesis, por la participación en sus misterios y sacramentos, por los comportamientos morales y testimonio que brotan de su incorporación. Es lo que llamamos Iniciación cristiana, que comprende la iniciación en todo lo que a Iglesia es: la palabra, la caridad, la comunión y la celebración.

Esta acción es un momento del proceso total de la evangelización, un momento de vital importancia, ya que de él saldrá el verdadero cristiano. Dentro de este momento la catequesis ocupa el centro.

Dentro de las acciones pastorales, la acción catequética ha de tener su propia identidad que la distingue del resto de las acciones, por su misma naturaleza y por los fines específicos que persigue.

Esta acción tiene sus agentes propios, los catequistas. El ministerio de la catequesis, con su preparación y formación específica, es carisma y encargo ministerial de la comunidad eclesial que exige sus condiciones y que repercute vitalmente en la formación de la misma comunidad cristiana.

Esta acción es tarea fundamental e insustituible de la Iglesia. Su falta o su mala compresión, trae como consecuencia la ausencia de auténticos cristianos. “El crecimiento interno de la Iglesia depende esencialmente de la catequesis.” (CT 13). En este mismo documento, el papa Juan Pablo II exhorta a los obispos diciendo:

“Tened la seguridad de que si funciona la catequesis en las Iglesias locales, todo el resto resulta mas fácil” (CT 63).

La iniciación cristiana se asienta en el anuncio misionero que ha de llevar a quien lo escucha a la primera conversión al evangelio, decisión libre, que nada ni nadie puede sustituir en el camino de la fe. La catequesis presupone esta actitud radical de conversión. En la Iglesia, la catequesis está íntimamente unida a la acción misionera. La adhesión y decisión personal al evangelio es necesario que se de en la vida, cuando sea y como sea, sin ella la evangelización no es total.

 

2.4.3 – La acción pastoral

 

Es la acción de la Iglesia, de la comunidad cristiana, que evangeliza, continúa la misión de Cristo en el mundo, y anuncia y lleva la salvación a los hombres. Esta acción es el fin de la evangelización, a la vez que es ella misma la raíz y la fuente de la evangelización.

La Iglesia formada por cristianos iniciados y evangelizados, es anuncio y señal para el mundo de la salvación a la vez que ella la vive ya sacramentalmente. En la acción pastoral la Iglesia:

– Vive en su comunión, realizada y hecha visible en sus comunidades concretas, vive la comunión don Dios (misterio de la Trinidad) revelado a los hombres y con los hermanos que han aceptado la Buena Nueva de la muerte y resurrección de Jesucristo. Esta comunión es la fuente de la misión y de la evangelización

– Vive las realidades de este mundo como anticipo y anuncio del Reino de Dios. Vive las actitudes y los valores evangélicos en medio del mundo, trabajando por la comunión humana, sirviendo a los hombres, especialmente a los más necesitados y transformando las estructuras del mundo desde las características del Reino: la paz, la justicia, la verdad y la vida, el amor y la gracia

– Profundiza continuamente en el misterio de Cristo y de su evangelio por medio de su formación, su contemplación, escucha de la Palabra y el testimonio de los otros cristianos. Esta profundización es también fuente de palabra y de testimonio para el mundo, exigencia del anuncio de Cristo para los hombres, interpretación de los signos de los tiempos, fuente de una nueva catequización

– Celebra en sus sacramentos la salvación que se hace presente en medio de la comunidad por la fuerza del Espíritu del Resucitado. Esta salvación se hace especialmente presente en la celebración de la Eucaristía, que hace a la Iglesia y es fuente de la misión. La comunidad que se quiere y se ama, celebra el perdón de sus pecados, el amor, la vida y la muerte.

Para que esta acción de la Iglesia sea posible, la misión idéntica de todos los cristianos se diversifica en carismas y ministerios que crean la comunidad, están al servicio de ella y hacen posible la evangelización. Gracias a esta diversificación él evangelio puede llegar a todos los lugares del mundo y de la historia de los hombres. En la medida en que estos carismas y ministerios son respetados y potenciados, la acción evangelizadora de la Iglesia se hace más eficaz. Cada cristiano tiene que saber encontrar su puesto en el seno de la comunidad y dar respuesta a su vocación.

Esta distinción de los tres momentos de la evangelización es más bien teórica que práctica. En la vida actual de la Iglesia no se dan estos pasos como se han descrito. Su distinción metodológica, nos ayuda a estudiar los problemas planteados por la práctica pastoral de nuestra evangelización.

 

2.5 – LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

 

“La nueva Evangelización” es un término que va ligado al pontificado de Juan Pablo II y ha tenido un gran éxito en su expansión. Aunque su formulación ha sido progresiva y sus contornos no están del todo definidos, ha calado en el lenguaje eclesial de nuestros días, sin que se haya visto exenta de contestación.

Por un lado se contesta el término en sí, ya que la evangelización nunca puede ser llamada nueva, porque lo nuevo es el Evangelio, el contenido de la misión de la Iglesia. Por otra, se quiere ver en la Nueva Evangelización un programa pastoral de tipo restauracionista en la que la vuelta al pasado sea propiciada y potenciada.

Cuando Pablo VI escribió la Evangelii nuntiandi, hacía una diferenciación, dentro de la complejidad de la evangelización, entre su contenido central y todo el resto de los temas. El contenido central es inmutable, es transmitir el evangelio de Cristo, por tanto no podríamos hablar de nueva evangelización. La novedad la hemos de buscar en los temas complementarios, entre los que destaca la situación de la nueva humanidad. Ciertamente, aunque haya un contenido central de la evangelización, las situaciones de la humanidad y de los grupos humanos que deben ser evangelizados influyen poderosamente en los modelos de la evangelización.

El Concilio Vaticano II, sobre todo en la constitución Gaudium et spes, supuso una apuesta clara por la evangelización, en la que la Iglesia se replantea su actividad pastoral desde el diálogo y la escucha de los signos de los tiempos.

Hoy, treinta años después, nos encontramos con una situación nueva en la humanidad, que ya no refleja un mundo tal y como fue descrito en la constitución pastoral. Nos encontramos con una situación de injusticia en nuestro mundo, aunque los países occidentales hayan mejorado mucho en lo material, pero es preocupante su crisis de valores. Y ante una situación nueva, es lógico que se plantee un nuevo modelo de evangelización para que la misión de la Iglesia siga estando presente en medio de nuestro mundo y siga siendo significativa y constructora para él.

Surgen, en nuestros días, dos grandes tentaciones: la confrontación que sustituya al diálogo, y la vuelta al pasado en forma de añoranza. Cualquiera de estas dos posturas está lejos del espíritu de la Gaudium et spes.

 

2.5.1.- Tres momentos en su desarrollo

 

1.- Continente Latinoamericano, en el contexto del quinto centenario, cuando se citan por primera vez las características de su novedad “por su ardor, por sus métodos y por su expresión” (1983)

2.- Aplicación a la realidad europea, como reevangelización o segunda evangelización (1986)

3.- En la exhortación apostólica potsinodal Christifideles laici, la nueva evangelización es contemplada como un concepto universalista y en la encíclica de 1990 Redemtons missio la consagra como programa oficial de la Iglesia.

 

2.5.2.- La novedad del proyecto

 

Poco a poco se ha ido forjando en este tiempo el concepto de nueva evangelización como respuesta global de la Iglesia a la configuración social e ideológica del mundo de hoy.

Su formulación la podemos encontrar bien reflejada en el reciente plan pastoral del al Comisión Episcopal del Clero:

“Estimulada por la profunda mutación del momento presente, esta nueva evangelización viene exigida por una viva conciencia del fenómeno de la increencia, del vacío que esta deja en el hombre y de/impacto que se produce incluso entre los creyentes. Se apoya en la firme convicción de la necesidad y actualidad del mensaje evangélico, tanto pare los que fueron ya evangelizados cuanto para los que no lo han sido todavía. Tal convicción reclama “una ilusionada y tenaz proclamación del evangelio” Tiene como meta crear una comunidad creyente al servicio de una civilización del amor, que encuentra en la cultura de la solidaridad su expresión privilegiada. Se expresa en un anuncio explícito del mensaje cristiano en toda su integridad y vitalidad y en un testimonio individual y comunitario que respalda dicho anuncio. Se muestra solícita por asumir, purificar y transformar las nuevas manifestaciones del despertar religioso contemporáneo. Está traspasada por un amor preferencial a los pobres y “tiene como parte indispensable la acción por la justicia y las tareas de la promoción del hombre”. Se muestra especialmente atenta a la inculturación, es decir, “al ingreso del evangelio en la cultura y simultáneamente de la cultura en el evangelio” Entraña una mayor exigencia de unidad de la comunidad eclesial” (Sacerdotes pare la Nueva Evangelización, Madrid, 1990).

La nueva evangelización, no ha hecho sino mas que comenzar. Después de un periodo de concienciación y de formulación del tema en sí, son necesarios planes globales de pastoral para dar respuesta desde la acción y la programación a la nueva dirección que quiere asumir la Iglesia en su vida.

 

Categorías: General, Iglesia
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