Año de la Fe: Junto a Benedicto XVI
Año de la Fe: Junto a Benedicto XVI…
José Martínez Colín*
Año de la Fe: Junto a Benedicto XVI, Bartolomé I de Constantinopla y el Primado Anglicano, Rowan Williams
Desde Ciudad del Vaticano, en este memorable jueves 11 de octubre de 2012, Vatican Information Service (VIS) nos anuncia: “Hoy, con gran alegría, a los 50 años de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, damos inicio al Año de la Fe”. Estas fueron las palabras de Benedicto XVI durante la Santa Misa celebrada esta mañana en la Plaza de San Pedro. Concelebraron con el Papa los cardenales, patriarcas y arzobispos mayores de las Iglesias Orientales Católicas, los obispos padres sinodales, los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo y algunos obispos que participaron en calidad de padres en los trabajos del Vaticano II. También estuvieron presentes en la celebración eucarística -no concelebran, claro está- el patriarca ecuménico Bartolomé I de Constantinopla y el Arzobispo de Canterbury y Primado de la Comunión Anglicana, Rowan Williams.
Para rememorar el Concilio -dijo el Santo Padre- esta celebración se ha enriquecido con algunos signos específicos: por ejemplo, la entronización del Evangeliario, copia del que se utilizó durante el Concilio; y la entrega de los siete mensajes finales del Concilio y del Catecismo de la Iglesia Católica, que haré al final, antes de la bendición. Estos signos no son meros recordatorios, sino que nos ofrecen también la perspectiva para ir más allá de la conmemoración. Nos invitan a entrar más profundamente en el movimiento espiritual que ha caracterizado el Vaticano II, para hacerlo nuestro y realizarlo en su verdadero sentido.
Y este sentido -confirmó Benedicto XVI- ha sido y sigue siendo la fe en Cristo, la fe apostólica, animada por el impulso interior de comunicar a Cristo a todos y a cada uno de los hombres durante la peregrinación de la Iglesia por los caminos de la historia.
¿Algunos extractos de su homilía?
“El Año de la Fe que hoy inauguramos está vinculado coherentemente con todo el camino de la Iglesia en los últimos 50 años: desde el Concilio, mediante el magisterio del siervo de Dios Pablo VI, que convocó un ‘Año de la Fe’ en 1967, hasta el Gran Jubileo del 2000, con el que el beato Juan Pablo II propuso de nuevo a toda la humanidad a Jesucristo como único Salvador, ayer, hoy y siempre. Estos dos Pontífices, Pablo VI y Juan Pablo II, convergieron profunda y plenamente en poner a Cristo como centro del cosmos y de la historia, y en el anhelo apostólico de anunciarlo al mundo. Jesús es el centro de la fe cristiana. El cristiano cree en Dios por medio de Jesucristo, que ha revelado su rostro. Él es el cumplimiento de las Escrituras y su intérprete definitivo”.
“El Concilio Vaticano II (…) estuvo animado por la conciencia y el deseo, por así decir, de adentrase nuevamente en el misterio cristiano, para proponerlo de nuevo eficazmente al hombre contemporáneo (…).
“Se comprende lo que yo mismo tuve entonces ocasión de experimentar: durante el Concilio había una emocionante tensión con relación a la tarea común de hacer resplandecer la verdad y la belleza de la fe en nuestro tiempo, sin sacrificarla a las exigencias del presente ni encadenarla al pasado: en la fe resuena el presente eterno de Dios que trasciende el tiempo y que, sin embargo, solamente puede ser acogido por nosotros en el hoy irrepetible. Por esto mismo considero que lo más importante (…) es que se reavive en toda la Iglesia aquella tensión positiva, aquel anhelo de volver a anunciar a Cristo al hombre contemporáneo”.
“Podemos representar este Año de la Fe como una peregrinación en los desiertos del mundo contemporáneo, llevando consigo solamente lo que es esencial: (…). El Evangelio y la fe de la Iglesia, de los que el Concilio Ecuménico Vaticano II son una luminosa expresión, como lo es también el Catecismo de la Iglesia Católica, publicado hace 20 años”.
Concluye Benedicto XVI: “El 11 de octubre de 1962 se celebraba la fiesta de María Santísima, Madre de Dios. Le confiamos a ella el Año de la Fe, como lo hice hace una semana, peregrinando a Loreto. La Virgen María brille siempre como estrella en el camino de la nueva evangelización”.
Emilio Palafox Marqués
Descripcion del autor: José Martínez Colín es sacerdote, ingeniero en Computación por la UNAM y doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra.