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Orar en mundo obrero Ascencio del Señor

 

 

 

 

 

 

 

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

ASCENSIÓN DEL SEÑOR (5 junio 2011)

Fuente Acción católica Española

 

 

 

Fiarse de Jesús y abrirle la puerta provoca lo impensable:

una vida realmente glorificada

de paz integral, libertad radical, alegría estimulante, incluso navegando  travesías frustrantes o de muy agudo dolor. Quien cree de verdad en Jesús ya no tiene más remedio

que vivir siempre reclamado por su amor

en la comunidad de los hermanos/as y al servicio de los empobrecidos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VER

 

Proyecto Hombre atiende al triple de personas con drogadicción (Dia- rio de León, 8/5/2011)

 

“Proyecto Hombre celebró ayer una jornada formativa dirigida a su voluntariado en Santibáñez de Toral… en lo que va de año, la fundación ha multiplicado por tres el núme- ro de personas con problemas de drogadicción atendidas. Un aumento que deriva direc- tamente de la crisis económica.

 

…  Por lo general, se trata de personas que han perdido poder adquisitivo y se dan cuenta de que tienen un problema de adicción. Es decir, consumidores de algún tipo de estupefaciente que con dinero pensaban que podían controlar su vicio”.

 

 

Siniestralidad laboral (Homilía. Delegación de Pastoral del Trabajo de Madrid,

28/4/2011)

 

“En Madrid cada cuatro días muere un trabajador. En lo que va de año se han pro- ducido más de 25.000 accidentes laborales, 33 de ellos mortales. ¿Qué pasaría si 33 tem- plos de Madrid hubieran sido destruidos en un año? ¿Qué diríamos si en el museo del Prado fueran dinamitadas 33 obras de arte? Pues eso ocurre con los accidentes laborales: y la vida de un trabajador es más sagrada que un Picasso. Ningún templo llega a igualar la dignidad de una vida humana”.

 

“En Madrid hay 111 inspectores de trabajo que realizan revisiones laborales. ¿Sabéis cuántos empleados vigilan los parquímetros?: 1.800. Y sería curioso saber cuántos rada-

 

 

 

 

res hay en las carreteras. Cuando queremos hay medios económicos y logísticos suficien- tes para vigilar 90 euros de una infracción de tráfico. Mientras siga siendo más barato pagar una indemnización (suponiendo que haya denuncia)  que poner medidas de segu- ridad, seguiremos sumando vidas a la lista negra de los accidentes de trabajo”.

 

“… hemos de sacar a la luz las muertes laborales, las víctimas y sus familias, porque la sociedad intenta ocultarlas, los Medios de Comunicación no las considera tanto como las de tráfico. Hemos de denunciar los mecanismos injustos que no previenen los acci- dentes laborales. A veces las empresas están tranquilas firmando unas pólizas de seguros que las libran de costear esas compensaciones, pero no hay dinero en el mundo que pa- gue el dolor de una familia cuando se produce una víctima laboral”.

 

 

La medida de nuestra ascensión con Jesús es la medida de nuestro descenso, tam- bién con Jesús, a los infiernos de la humanidad. Oremos mirando con Jesús a perso- nas concretas o colectivos humanos profundamente deshumanizados y a quienes se les arrebata de algún modo la vida.

 

Ofrezcámonos a Jesús. Ofrezcámosle nuestra alegría y nuestros sufrimientos. Bus- quemos solamente en Él la fuente de la paz, la esperanza y la alegría en medio de nuestras preocupaciones, angustias y enfermedades. Oremos con Valerio y otros en- fermos/as graves.

 

 

 

 

 

 

 

 

TESTIMONIO

 

ORACIÓN CON VALERIO

 

–   Señor, aquel a quien tú querías, está enfermo.

 

–    Esta enfermedad no es de muerte, es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella (Jn 11, 3.4)

 

Una vida esplendorosa que, de repente,

se convulsiona por el golpe de un hachazo que quiere tronchar el árbol lozano. Se enronquece la garganta,

se bloquea la mente, se enluta el corazón.

 

Pero,

no puede prevalecer la angustia y la desdicha, no cabe hundirse en la tiniebla,

nada de rendirse, pararse y dejar de servir a la comunidad,

ni renunciar tampoco a la comunicación y a la mesa con los amigos y amigas,

 

Porque

es ahora el mejor tiempo de la vida, la hora de compartir y darlo todo,

la hora del mayor amor tras una vida entera dedicada a amar.

 

¡Era cierto…! Esta enfermedad no es de muerte,

sino para tu gloria, Jesús,

–tu gloria, que es siempre y únicamente la vida feliz de tus amigos–,

 

 

 

 

y era necesario –es necesario– que Valerio padezca para entrar en la gloria de una ofrenda floral colmada de belleza

y preñada de frutos nutricios de vida para sí mismo y para todos.

 

Jesús de la Vida feliz en el amor:

tú resucitaste a Lázaro en y a esta vida, y ahora resucitas a Valerio:

le sostienes, le sonríes,

le consuelas, le enamoras,

le abrumas de caricias, besos, miradas, palabras, abrazos entrañables…

Es verdad que no estamos amenazados de muerte,

sino amenazados de vida plena y feliz, amenazados de resurrección

-como decía O. Romero que, como Jesús, dio su vida voluntariamente, para recuperarla-.

 

Jesús Resucitado y Resucitador:

Vivimos la comunión de vida y de amor contigo y con los hermanos y hermanas;

y, así, no ha de faltar a Valerio, ni a nosotros, la fe confiada en ti, que nos sacas de la postración de los sepulcros

para que veamos la luz;

desatas todas las ataduras, que nos paralizan,

y nos haces caminar, erguidos, al encuentro de los hermanos y hermanas.

 

En tu ascensión, Jesús,

ya nos elevas y enrolas contigo en tu gloria,

inmersos aún en la fragilidad y la neblina gris y enceguecida de aquí abajo.

 

¡Gracias por tal Amor, por tal Vida como la Tuya!

 

 

 

 

 

 

 

 

PALABRA DE DIOS

 

Mateo 28, 16-20

 

Los once discípulos fueron a Galilea, al monte donde Jesús los había cita- do. Al verlo se postraron ante él los mismos que habían dudado. Jesús se acercó y les habló así:

 

Se me ha dado plena autoridad en el cielo y en la tierra. Id y haced discí- pulos de todos los pueblos, bautizadlos para consagrarlos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y enseñadles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros cada día, hasta el fin del mundo.

 

 

 

PARA COMPRENDER EL TEXTO

 

Este breve texto, que cierra el evangelio según Mateo, presenta tres aspectos centrales:

 

 

 

 

–     el encuentro de Jesús con los discípulos en Galilea, donde los había citado;

 

–     el envío para continuar la misma misión evangelizadora de Jesús,  ahora de modo

a todos los pueblos (universalidad);

 

–     la presencia permanente de Jesús en la comunidad de los discípulos (la Iglesia).

 

En este encuentro, Jesús constituye y define a la Iglesia en su razón de ser y en su

 

identidad originaria como comunidad de discípulos y apóstoles al servicio de la evangeli- zación de toda la humanidad. El acontecimiento se reviste de gran solemnidad:

 

–     una convocatoria o cita expresa de Jesús;

 

–     en el monte de la nueva alianza;

 

–     en la Galilea de los gentiles, donde empezó y se desarrolló la misión evangelizado- ra de Jesús, que ahora los discípulos reciben el encargo  de reanudar, pero dirigida a toda la humanidad (a todos los pueblos);

 

–     los discípulos se postran ante Jesús, expresando su fe en él y aceptando la misión que les encomienda.

 

Es muy realista la alusión a la duda previa de los discípulos. La fe en Jesús es el único fundamento y la única fuente de la vida y misión de la Iglesia, una fe cribada por la duda y la prueba en todos los momentos de la historia. Una Iglesia o unos discípulos que, zarandeados por el oleaje de un ambiente en torno atosigante, solamente invocando a Jesús Señor y Salvador, pueden vencer el miedo y recuperar la calma (ver Lc 8,22-25). Es la apelación a una fe a toda prueba, a la confianza total en Jesús como actitud y fuerza imprescindible para la acción evangelizadora de humanización del mundo.

 

El envío dimana del pleno poder de Jesús y es continuación/participación de la misma misión de Jesús, que será el verdadero protagonista de la evangelización.

 

La misión consiste en hacer discípulos de Jesús, en vincular a las personas con

Jesús en una relación personal de encuentro y de seguimiento.

 

Por el bautismo, el que cree en Jesús se abre a la comunión de vida y amor del Pa- dre por el Hijo en el Espíritu. El discípulo de Jesús es inmerso en el misterio inefable del mismo Dios Trinitario. Es invitado a entrar y avanzar por el camino extraordinariamente feliz de la filiación, con Jesús, como hijo amado del Padre y como hermano amador de

 

 

 

 

todos (especialmente de los últimos) en el fuego ardiente del Espíritu. El bautismo es la única y verdadera  consagración.

 

Pero no se trata de una experiencia mística evasiva de la realidad, sino de guardar todo lo que Jesús nos ha mandado, es decir, de vivir , actuar y anunciar lo que Jesús vi- vió, hizo y anunció. Una vida, por tanto, según el modelo o norma de vida de Jesús. Los cristianos hemos de tener como referencia inolvidable al Jesús histórico, para actualizar en cada contexto socio-ambiental y en las situaciones de la vida personal las claves, valo- res, estilo y actitudes de la vida y el mensaje de Jesús.

 

 

LA ASCENSIÓN (León Felipe)

 

Y dexas, Pastor santo,

tu grey en este valle hondo, escuro…

(fray Luis de León)

 

Aquí vino y se fue.

Vino…, nos marcó nuestra tarea

y se fue.

 

Tal vez detrás de aquella nube haya alguien que trabaja

lo mismo que nosotros, y tal vez las estrellas

no son mas que ventanas encendidas

de una fábrica

donde Dios tiene que repartir una labor también.

 

Aquí vino y se fue.

 

Vino…, llenó nuestra caja de caudales

con millones de siglos y de signos, nos dejo unas herramientas…

y se fue.

El, que lo sabe todo, sabe que estando solos, sin dioses que nos miren, trabajamos mejor.

 

Detrás de ti no hay nadie. Nadie.

Ni un maestro, ni un amo, ni un patrón. Pero tuyo es el tiempo.

 

El tiempo y esa gubia

con que Dios comenzó la creación

 

 

Finalmente, la promesa de Jesús de estar con nosotros siempre, hasta el final de la historia, una verdadera promesa, una palabra empeñada, que cierra todo el evangelio. El caminar de la Iglesia en adelante será un caminar con Jesús en medio del curso de la his- toria.

 

 

Oremos desde nuestra fragilidad, comenzando por invocar a Jesús, como expresión de fe y a la vez petición de una fe más viva. La oración de invocación confiada  pro- duce un efecto real y a veces vivamente experimentado. ¡Cómo el Señor, en nuestros aprietos, estrés, impotencias, pecados… nos sorprende a veces con efluvios de gozo profundo, serenidad, liberación…!

 

Pero Jesús no nos quiere colgados de Él, pensando en Él todo el tiempo. Nos remite a la misión liberadora y humanizadora entre los hermanos/as pobres de tantas cosas y empobrecidos. Aunque no nos demos cuenta, siempre que estamos con los herma- nos y los empobrecidos estamos con Jesús, y Él nos sostiene, actúa y habla a través de nosotros.

 

 

 

 

ACTUALIZACIÓN DE LA PALABRA

 

Mateo no narra la ascensión de Jesús, que es un aspecto de su resurrección,  de su exaltación celestial a la diestra de Dios. Como en Mateo, también en Lucas la ascensión sella el ciclo de la experiencia originaria del encuentro de los discípulos con Jesús Resuci- tado y abre la era de la Iglesia y de su misión evangelizadora (que será inaugurada con la irrupción del Espíritu en Pentecostés): seréis mis testigos… hasta los confines del mundo (Hechos 1,8). Y el mismo Jesús previene a la Iglesia contra una “contemplación” del

Jesús celestial que eluda su encarnación liberadora en la trama de la historia: ¿Qué hac- éis ahí plantados mirando al cielo? (Hechos 1,11).

 

¿Cómo está Jesús presente entre los discípulos? Jesús esta presente “en los desgra- ciados (Mt 25,40), en los que llevan su palabra, en los cuales quiere ser escuchado (Lc

10,16)… en los que se unen para orar en su nombre (Mt, 18,20).

 

Pero Jesús no está solo presente entre los creyentes: está en ellos… (He 9,5); en efecto, vive en los que lo han recibido por la fe (Ga 2,20; Ef 7,17) y a los que alimenta con su cuerpo (1Cor 10,16s). Su Espíritu los habita, los anima (Rm 8, 9.14) y hace de ellos el templo de Dios (1Cor 3,16; 6,19; Ef 2,21-22) y miembros de Cristo (1Cor 12,12-13.27).

 

Por este mismo Espíritu vive Jesús en los que comen su carne y beben su sangre (Jn

6,56-57.63); está en ellos como su Padre está en él (Jn 14,19)… los discípulos tienen en sí

mismos el amor que une al Padre y al Hijo (Jn 17,26); por eso mora Dios en ellos (1Jn

4,12” (X. Leon-Dufour, Vocabulario Bíblico, Herder, 634).

 

Jesús asciende hasta lo más profundo de la persona humana.

 

Hay como dos sacramentos esenciales de presencia/encuentro con Jesucristo: los empobrecidos (vicarios de Cristo), en los que se verifica la autenticidad de la fe y el amor; y la comunidad de los hermanos, renovada constantemente en la eucaristía (la Iglesia es eucarística, vive de Jesús acogido y celebrado en la comunidad), que genera una verdadera comunión de vida, bienes y ac-

 

 

ción.

 

Los lugares de encuentro son definitorios de la realidad de la fe en Jesús. Esos lugares son la Galilea de los márgenes y las encrucijadas, el corazón periférico del mundo. El lugar de los crucificados es donde se encuentra el Crucifica- do fuera de la ciudad (Hebreos 13,12-14).

 

“El que ascendió al cielo… fue el que des- cendió y no dudó en hacerse el último de todos, el esclavo de todos (tomó la condición de escla- vo)… Su vida fue un exponente de la anti- ascensión: nació pobre y marginado; vivió ocul- to y alejado de los centros de poder; pasó haciendo el bien y juntándose con los pobres, los pecadores y con los que no tenían presencia ni relevancia social… vivió como un peregrino, sin techo, y murió como un apestado y rodeado de violencia humana.

 

… Sólo quien descienda sirviendo será ele- vado al cielo con Cristo” (Juan F. Herrero, Homilética 3/2011, 280).

 

 

 

 

Revoluciones e inmigración (Sami Naïr, El País 7/5/2011)

 

«La Comisión de Bruselas acaba de aceptar revisar las reglas del espacio de Schen- gen para la libertad de circulación dentro de la Unión Europea. La danza del vientre a la que se han entregado Nicolas Sarkozy y Silvio Berlusconi en lo que respecta a la “inva- sión” de los inmigrantes tunecinos desde hace cuatro meses tiene algo que ver con eso. No merece que nos detengamos en ella, de tan escandalosa que es desde el punto de vista político y humano. El cambio revolucionario en Túnez como en Libia provoca efectiva- mente la huida de las poblaciones. Hay aquí dos cuestiones estrechamente relacionadas: la del derecho de asilo y la de la inmigración de trabajo. Pero esta “invasión” no va preci- samente en el sentido que se dice: más de 650.000 personas han huido de Libia; si sigue el conflicto, se esperan más de un millón de personas de aquí al verano. Túnez, que ahora está implicada en la guerra por Gadafi, ya ha recibido más de 500.000 refugiados por una población de 10,2 millones de habitantes y un PIB en caída desde la revolución, una tasa de desempleo superior al 30%, una situación de decrecimiento grave y una inestabi- lidad en cuanto a la  seguridad peligrosa para la democracia naciente. Europa, con una población que supera los 520 millones de habitantes, un PIB 10 veces superior al de los países de la ribera sur del Mediterráneo, ha tenido que gestionar, aunque por supuesto en el estruendo mediático y los resabios de racismo de Estado… ¡26.000 tunecinos!

 

En Túnez, lo he visto con mis propios ojos, los refugiados son acogidos por las po- blaciones fronterizas, alimentados, invitados a dormir en las casas mientras esperan so- luciones. El primer  ministro Beyi Caid Esebsi, me dijo, tal cual, durante una charla: “¿Qué quiere usted? tampoco vamos a abandonarles sedientos y hambrientos en el de- sierto” (Túnez, 25-4-11). Por supuesto,  esta  situación no puede durar, es insoportable para Túnez. Pero no vemos comedia histérica alguna a costa de los extranjeros, animosi- dad alguna en el comportamiento de la población».

 

 

Túnez, Egipto, Libia, Siria, Yemen… todo un reguero de lucha por la libertad cuajada de muertos, refugiados y emigrantes. Y, aún así, ¡les cerramos las puertas de nuestra sociedad acomodada y amurallada! Oremos con tantas víctimas lejanas y cercanas.

 

 

 

Oremos con la Iglesia y por la Iglesia que, aún siendo tan cerrada, corrupta y sujeta a falsas seguridades, es un signo real

de la fiesta de amor y justicia que Jesús inauguró en la tierra y con- tinúa celebrando en distintos luga- res y de diversas maneras

 

 

“Hace falta puntualizar en primer

lugar que la identidad de la Iglesia no la

´construimos`: la identidad de la Iglesia

–así como la identidad personal de cada uno  de nosotros- la recibimos y la cele- bramos.  Por esto, la Iglesia no es en primer  lugar ´una institución` si- no un sacramento, una fiesta, un sig- no escatológico, un espacio de gratuidad, una maravilla, un milagro de amor. Jesús no  instituyó la Iglesia (¿cómo se puede

´instituir` un milagro?). Jesús hizo posi- ble   el   espacio  existencial  comunitario para la humanidad que la Iglesia recono-

 

 

 

 

ce y celebra como casa propia de todos los hombres y mujeres, especialmente de los po- bres. La Iglesia es el cuerpo de Cristo” (Teresa Forcades, Iglesia Viva 245-2011, 52).

 

“Conviene incluso tener muy en cuenta que la crisis (de la Iglesia), siendo grave, no mata la vida de una Iglesia que, a pesar de todo, está llena de iniciativas grupales e individuales, con fuertes e incansables rachas de espíritu profético, con presencias ejem- plares en los márgenes de la sociedad, con un continuo hervir de vivencias religiosas de calidad muy profunda…, incluso, en muchos creyentes, con un talante de libertad evangé- lica que nada tiene que envidiar a lo más vivo de la sociedad actual” (A. Torres Queiruga, Iglesia Viva 245-2011, 22).

 

 

 

SALMO 23

 

 

 

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:

él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.

 

¿Quién puede subir al monte del Señor?

¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes

y puro corazón,

que no confía en los ídolos

ni jura contra el prójimo en falso. Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.

 

Este es el grupo que busca al Señor,

que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

 

¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.

 

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso;

el Señor, héroe de la guerra.

 

¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.

 

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria.

 

 

Tenemos derecho a proclamar el salmo como cortejo que acompañamos a Jesús, rey de la gloria, en la medida de nuestra opción efectiva por la inocencia de manos (nues- tras obras) y corazón (nuestras intenciones y actitudes), la no-confianza en los ídolos de todo lo que pueda encerrarnos en la prisión de nuestro egoísmo autosuficiente y

la no falsedad infiel contra el prójimo, que reclama justicia y solidaridad. Este creyente vive la experiencia gozosa de la bendición personal de Dios, que le hace justicia, le hace justo, le justifica, llenándole así de felicidad.

 

 

 

COMENTARIO (N. Quesson)

 

Yahvé, el Dios creador del universo, Yahvé Rey viene procesionalmente a tomar pose- sión de su casa y de su ciudad.

 

Pero ¿cómo reina Dios? Son los comportamientos morales de las personas los que hacen reinar a Dios. Un corazón puro, manos inocentes, libres de los ídolos, leales al prójimo, buscadores de Dios y de su voluntad… Esas personas construyen el Reino de Dios en sí mismas y en la sociedad.

 

Una vez Jesús aceptó personificar el papel de Rey que describe el salmo. Es la entra- da mesiánica en Jerusalén, aclamado como “Hijo de David, Rey de Israel” (Jn 12,13). Ante Pilato, Jesús reivindica este título: “Yo soy Rey” (ver Jn 18, 33-37). Y Jesús, irónicamente, es reconocido como Rey en el letrero de la cruz: “Jesús Nazareno Rey de los judíos” (Jn

19,19). El trono real de Jesús es la cruz, es decir, su amor infinito, su amor crucificado.

 

Jesús sube al cielo, exaltado por la resurrección a la derecha de Dios (He 2,34; Rm

8,34; Ef 1, 20s; 1Pe 3,22), donde señorea como rey (Ap 1,5; 3,21; 5,6; 7,17). Jesús es el “Se-

ñor de la gloria” (1Cor 2,8).

 

¿Quién puede subir al monte del Señor? Seremos juzgados sobre el amor (Mt 25, 31-46).

 

 

 

 

No basta decirme: “¡Señor, Señor!”, para entrar en el Reino de Dios; no, hay que

 

poner por obra el designio de mi Padre del cielo (Mt 7,21). Es necesario acoger, vivir y rea- lizar el proyecto de Dios para la humanidad.

 

 

ORACIÓN-POEMA (Fl. Ulibarri, Conocer…, 198-199)

 

HACED DISCÍPULOS

 

 

 

 

Haced discípulos míos, no maestros;

haced personas, no esclavos;

haced caminantes, no gente asentada;

haced servidores, no jefes. Haced hermanos.

 

Haced creyentes, no gente creída;

haced buscadores de verdad, no amos de certezas;

haced creadores, no plagistas; haced ciudadanos, no extranjeros. Haced hermanos.

 

Haced poetas, no pragmáticos;

haced gente de sueños y memoria, no de títulos, arcas y mapas;

haced personas arriesgadas, no espectadores. Haced hermanos.

 

Haced profetas, no cortesanos;

haced gente inquieta, no satisfecha;

 

haced personas libres, no leguleyas; haced gente evangélica, no agorera. Haced hermanos.

 

Haced sembradores, no coleccionistas;

haced artistas, no soldados;

haced testigos, no inquisidores;

haced amigos de camino, no enemigos. Haced hermanos.

 

Haced personas de encuentro, con entrañas y ternura,

con promesas y esperanzas, con presencia y paciencia, con misión y envío.

Haced hermanos.

 

Haced discípulos míos;

dadles todo lo que os he dado;

descargad vuestras espaldas y sentíos hermanos

 

“Esta realidad (sufriente)

es el altar donde nos encontramos con Jesucristo muerto y resucitado,

que es el Dios que acompaña a la historia

y que está presente en las entrañas de la realidad y de cada persona, que es víctima con las víctimas,

rostro sangrante con los empobrecidos del mundo del trabajo”

 

(Cuaderno HOAC 4, ¡Justicia para el mundo obrero empobrecido!,  2011, 25-26)

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