Inicio > Laicos > Apostolado

Apostolado

Apostolado

fuente: www.iglesiaendaimiel.com

Predicar no es estar una hora razonando de Dios, sino que se venga hecho un demonio y se salga hecho un ángel.

Que tengas a Dios en tu alma por amor. Que lo lleves al alma de los demás por apostolado. «Tengo sed… »

El apostolado del buen ejemplo, abrirá al de la palabra.

Has de comprender que lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado… «Tu apostolado ser auténtico y no mero dinamismo natural, cuando toda tu acción no sea más que el desbordamiento de la plenitud de tu vida interior».

San Bernardo: «Los secretos de un apostolado fecundo se encuentran más a los pies de un crucifijo, que en el adorno de brillantes cualidades».

El secreto del apostolado es la oración.

El mundo sigue igual, las almas no se convierten. Es que trabajamos sin Jesús, y sin Él no podemos nada.

Para ayudar a nuestra debilidad tan grande; para triunfar sobre nuestros enemigos tan poderosos y cercanos; para trabajar con constancia y acierto en el apostolado, hace falta la fuerza de Dios, no bastan virtudes a secas. Para la perfección, se necesitan virtudes heroicas.

Que tu apostolado sea de caridad. La caridad es el fuego que ablanda los corazones más endurecidos.

Es hora de decidirse, porque es también decisiva la hora que pasa.

Entre todos podemos hacer mucho: Dios ayuda, la Iglesia empuja y el mundo, espera.

Nuestra vida es combativa y apostólica: combativa para santificarte, apostólica para santificar.

Tres cosas que no debemos hacer nunca: llorar con rabia, hacer sufrir y dejar de perdonar.

La medida de Dios es muy distinta de la de los hombres. Para Dios, un vulgar ladrón puede estar «hoy mismo» en el paraíso. Y una Magdalena puede convertirse en la primera santa… Y un apóstol temblón puede llegar a ser la piedra de la Iglesia.

No guardes las cosas buenas para ti. Comunícalas a los demás.

«Nada más vano — decía San Juan Crisóstomo — que un cristiano que no procura salvar a los demás. No puedo creer en la salvación de alguno que no trabaja por la salvación del prójimo».

«La llama se apaga si no se comunica». La Verdad se marchitaría en nuestras manos si no se convirtiese en misión.

Preguntado el Cardenal Bea si se condenaría alguna cosa en el Concilio, respondió: La mejor condenación es encender luz en la oscuridad.

Que donde esté un cristiano, esté la luz del Evangelio y la sal que impide toda corrupción.

«El reino de Dios es el mundo que nos rodea y, por medio del laicado, la Iglesia llega al mundo». Cada hombre sobre la tierra tiene una misión divina, en su trabajo, en su familia y en todas aquellas situaciones necesarias para construir el reino de Dios aquí y ahora.

Los fieles han de dar testimonio de Cristo en todas partes, tienen que hacer sentir a Cristo en la vida.

«Contamos contigo: ¿Para qué? Para el divino deporte del amor. Amor a Cristo, a las almas, a los que sufren».

El Señor nos ha llamado para llevar su mensaje de amor infinito a los hombres.

«Las almas son la ilusión y el amor del maestro, también deben serlo para tu corazón de apóstol». ¿Cabe distinción mayor que dedicar tu vida a lo mismo que Él la dedicó?

Hemos de hacer nacer a Cristo todos los días en nosotros y en los demás.

Hay muchos cristianos que ignoran su vocación apostólica.

Hay que alimentarse de Dios para poder llevarlo a los demás.

En los momentos plácidos de la agonía, una inocente muchacha pide un manojo de flores, Y lo pide con urgencia, y alarga sus frágiles manos y hasta sonríe mientras espera su pedido. Y una vez que se lo entregan, se dedica a deshojar las flores lentamente y susurrando: ¡Quiero morir sembrando flores!. Mujeres, vuestro lema ha de ser este otro: Quiero vivir y quiero morir sembrando flores de apostolado.

Para ser apóstol hace falta ser santo.

Mujer: conquista a tu marido para el cielo, y conquistarás el cielo para ti.

¡Oh Cristo mío, que me llamaste al apostolado, avasállame totalmente! ¡Haz que me inflame en sus lenguas de fuego de Pentecostés! Llena de tu sangre divina este cáliz de mi alma, para que pase por el mundo desbordándose…

El principal apostolado de la mujer es el que contagia, llena de Cristo, a los demás. La gota de aceite…, pequeña…, se va extendiendo…, lo llena todo.

El apostolado es el apogeo del amor de Dios.

El distribuir limosnas, el inmolar el cuerpo con ayunos o con disciplinas o con martirio, regocija menos el corazón de Dios, que el celo por la conquista de corazones (S. Juan Crisóstomo).

El apostolado brota del Amor… no hay amor sin sacrificio.

Se oye decir con harta frecuencia: ¡Hay que adaptarse a los tiempos!… Se corre el peligro de que ciertos métodos de apostolado de última hora, sirvan más para mundanizar al que los practica, que para atraer a Cristo y a su Iglesia a los demás.

Va contra el amor, aquél que pone algo de sí mismo en el apostolado. El apóstol solo debe buscar a Jesucristo.

Que mis hermanos os conozcan en el partir el pan de mi apostolado y mi enseñanza.

¡Cuántas espigas que se caen y, acaso, se pudren abandonadas! ¡Si quisieras recogerlas!

El apostolado no es más que la penetración de Cristo, a través de nosotros, en el hombre y en la sociedad.

El apostolado es la prolongación de la misión de Cristo en la Iglesia y a través de ella. Esta misión consiste en transmitir a Dios al mundo; en obrar de suerte que los hombres conozcan a Dios, le amen, le sirvan, se alimenten de Él y encarnen todo el Evangelio en toda su vida.

El verdadero apostolado es una oración que obra, una oración que actúa.

El apostolado es una comunicación de vida y de gracia; es transmitir a Cristo a los demás.

El apostolado es una obra sobrenatural de redención continuada.

El apostolado es el resultado de la verdadera oración, su garantía, su piedra de toque.

«El apostolado no constituye peligro alguno para la piedad cuando se trata de un apostolado verdaderamente sobrenatural. Si la piedad no es apostólica, se hace egoísta». (Suenens)

Exaltar el apostolado silencioso del ejemplo y afirmar la suficiencia de la oración pura en detrimento de la acción comunitaria, es cortar el capullo sin dejarle abrirse.

Que todo cuanto toquéis los seglares se convierta en algo sagrado, porque lo habéis elevado vosotros al orden los hijos de Dios.

Y cuando llegue la noche, y tu me quieras pagar, no preguntes mi salario, dame tu amor por jornal, que yo te sirvo de balde, y no pido nada más.

El apostolado será el fruto sabroso de la oración y la mortificación.

Nada hay más ridículo ni más nocivo en el campo del apostolado, que atribuirse los éxitos. Además de ser falso, es robar a Dios lo que es suyo.

El apostolado es, ante todo, una empresa de amor.

Todo apostolado es dar algo de Jesucristo.

El apostolado como continuación de la misión de Cristo es, de hecho, la expresión más hermosa y real del amor.

Para hacer apostolado hay que salir de sí, hay que instalarse amando, en Dios.

Nuestra eficacia apostólica depende de nuestra santidad, y nuestra santidad, de la unión e identificación con Cristo.

__,_._,___

Categorías: Laicos
  1. No hay comentarios aún.
  1. No trackbacks yet.

Deja un comentario